Gracias por reventar mis ilusiones y las de mi familia.

Gracias por reventar las ilusiones de mi hija, a la que no vemos desde Navidades, y a la que íbamos a visitar el 21 de marzo.

Gracias por reventar los ahorros obtenidos durante meses a base de sacrificios, sobre todo los de las abuelas, que ahorraron de pensiones nada generosas.

Gracias por generarnos una serie de gastos previos al viaje.

Gracias por generarnos gastos para trasladarnos a un aeropuerto a 154 kilómetros de nuestra casa, en el cual nos dijeron que no había reubicación posible en otro vuelo más que para el día 24 (comprenderán que nos hayamos acordado bastante de ustedes durante el trayecto de vuelta).

Gracias por generarnos la pérdida de parte del dinero invertido en el viaje sin posibilidad de recuperarlo.

Solo esperamos que sus peticiones (están en su derecho por supuesto de hacerlas) sean las que sean no las consigan por no ser capaces de hacerlo sin reventar los múltiples motivos por los que las personas viajamos (placer, visitar a familiares, trabajo...). La próxima vez tengan un momento de reflexión y valoren si los demás tenemos de pagar por su ineptitud.