Los que renuncian a la libertad esencial para obtener una pequeña seguridad temporal no merecen ni libertad ni seguridad.

Ahora que la intolerancia de los violentos camuflada en motivos religiosos o geopolíticos nos golpea para crear un estado de pánico, las palabras del presidente Benjamín Franklin cobran más sentido que nunca, haciéndonos conscientes de quiénes somos y de cuál debe ser nuestra respuesta a aquellos que se legitiman en el terror como único argumento.

Es por ello que debemos persistir en los valores por los que tantos han luchado al largo de los siglos preservando un mundo donde todos nos podamos expresar desde el respeto mutuo, sin doblegarnos al miedo de la sinrazón y a un odio hacia los inocentes que pudiese conducirnos a movimientos populistas que ya debieran estar olvidados.

Nuestros corazones están hoy con todos los que ya no podrán retornar con los suyos, y con todos los que siempre los seguirán esperando en Bruselas sin poder entender el porqué de su ausencia.