Ante el trágico tema de los refugiados procedentes de Medio Oriente, especialmente de Siria y Irak, pienso que hay que actuar en origen de una vez por todas, dejar de externalizar el control de las fronteras y luchar contra las mafias. También es necesario que los países europeos asuman un reparto razonable de aquellas personas para las que se pueda acreditar su condición de refugiados. De lo contrario deberemos aceptar, por mucho que nos duela a algunos, que las fronteras se han convertido en una ratonera para miles de hombres, mujeres y niños que solo buscan seguridad y una esperanza para sus vidas.