Me he levantado con la escalofriante noticia de que un octogenario ha atropellado en A Guarda a un pelotón de ciclistas, con el terrible resultado de un fallecido y varios heridos graves.

El ciclista sigue estando desprotegido. Es, casi siempre, la víctima, y no el causante de siniestros. Sin embargo, permítanme que me centre, ahora, en esas personas ancianas que todavía conducen, a pesar de que la falta de reflejos, vista, oído?, con el paso de los años, es un hecho probado.

Leo otra noticia que habla de un anciano fallecido al volante en Narón (A Coruña). Se trata de otro octogenario que, por suerte para los demás, muere cuando iba a salir del garaje, causando solamente daños materiales en un coche aparcado, si bien pudo causar una verdadera tragedia en caso de estar circulando.

Otro ejemplo terriblemente llamativo son los ancianos que van en dirección contraria por las autopistas, poniendo en riesgo su vida y la de los demás.

Conozco a un señor, con unos espléndidos 90 años, que se enfadó mucho cuando su hija le prohibió coger el coche y atravesar la península con él, cuando tenía más de 80. Él, y tantas personas de avanzada edad, no entienden que se puedan perder facultades para la conducción. No son conscientes de ello hasta que suceden desgracias irremediables.

¿La solución? Quizás habría que retirar el carné de conducir a personas muy mayores o someterlas a un reconocimiento más exhaustivo cuando tratan de renovarlo. Muchas vidas están en juego.