Para demostrar quién es el que manda aquí, el líder de la extrema izquierda se ha presentado en la gala de los premios Goya disfrazado de esmoquin.Y sin embargo a sus audiencias con el Rey de España y al Congreso de los Diputados va en mangas de camisa y con su habitual aspecto desaliñado.

¿Qué pasa? ¿Que para él, el Rey y el Congreso tienen menos categoría que la academia de actores del tres al cuarto? No lo creo, él se siente por encima del Rey, del Congreso, por encima de sus incondicionales súbditos y por supuesto por encima del bien y del mal.

En todo caso, la culpa no es suya sino de la Casa del Rey y, en su caso, del presidente del Congreso por permitir entrar a personas que no cumplen el protocolo. Si a los premios Goya hay que ir de gala, a una audiencia con el Rey tampoco se puede ir de pordiosero; además de ser una grosería, entiendo que es una falta de respeto y un agravio para el resto de los diputados que sí cumplen las normas.

El fallo que el personaje en cuestión ha tenido ha sido su sublime vanidad, creyéndose que en los Goya iba a dar el golpe yendo de semejante guisa, pero sintiéndolo mucho, Pablo Iglesias, el Señor no te ha dado cuerpo para meterte en un esmoquin.

¡A ver si va a ser por eso!