No me gusta la gente que culpa de sus males a otros. No me gustan las personas que no asumen su responsabilidad. Pero parece que hoy eso es lo que triunfa. Los líderes separatistas y de ultraizquierda solo aluden al enemigo exterior, a echarle la culpa al "otro" de todo; probablemente ante su incapacidad de solucionar ellos mismos los problemas que nos acucian.

Pero yo no creo en eso. Creo que un mundo mejor se construye colaborando y consensuando, no imponiendo a la fuerza una visión cerrada de la realidad, que al final no es más que una fuga infantil de esta.

La construcción de ese mundo parte del sacrificio por los demás, un sacrificio que implica también una comprensión de estos, no su aplastamiento ni su sumisión. Y también implica que hemos de aceptar que aquello que sea mejor para todos tal vez no colme nuestras expectativas personales, aunque nos de un lugar más confortable para vivir.

Cada uno debe escoger entre este punto de vista o cualquier otro, con su libre albedrío. Pero solo creo que con el consenso --el consenso que imbuía la Constitución del 78-- saldremos adelante de esta.