La presencia española en el Sáhara Occidental durante casi un siglo, desde 1884 hasta 1976, ha convertido al español como segundo idioma de la RASD (República Árabe Saharaui Democrática).

Cientos de miles de saharauis tienen el español como segunda lengua, formando parte esencial de la administración de la RASD y elemento cultural muy presente para los escritores saharauis.

El español se ha convertido en un símbolo de identidad para los saharauis, siendo además un factor diferenciador con el resto de los países de la región, en su gran mayoría francófonos.

Cabe destacar que ha sido un excelente nexo de unión y acercamiento a países latinoamericanos y con la población española.

En los campamentos de refugiados saharauis la enseñanza bilingüe es uno de aspectos fundamentales dentro del campo de la educación, empezando el aprendizaje del español ya en segundo de Primaria.

Este esfuerzo de las autoridades saharauis se lleva a cabo gracias a las ayudas recibidas de diferentes asociaciones, ya que no existe ningún apoyo por parte del Gobierno español.

El Instituto Cervantes, presente en diferentes ciudades marroquíes, hasta el día de hoy no tiene actividad ninguna con respecto al Sáhara Occidental.

En los territorios ocupados del Sáhara Occidental el español es un símbolo más de la resistencia del pueblo saharaui frente al ocupante marroquí.

Desde el abandono del Sáhara por parte de España, el ocupante marroquí lleva a cabo una férrea campaña por borrar todo símbolo de la identidad saharaui, no solo prohibiendo en las escuela el uso del hassania (dialecto del árabe usado por los saharauis), sino que también eliminando todo vestigio de la lengua española del territorio intentando convertirlo en una zona francófona, como una herramienta más de la cruel ocupación.

El pueblo saharaui y el Frente Polisario, como representante del mismo, dan una lección de compromiso con su pasado e historia luchando por mantener viva la lengua española en el continente africano.

Y una vez más los diferentes gobiernos españoles no han sabido, o no han querido, estar a la altura que las circunstancias exigían.