Ante el suicidio de una chica de dieciséis años debido al acoso de sus compañeros, quiero expresar mi más grande repulsa ante el comportamiento salvaje de los acosadores.

Hay personas a las que la fealdad del mal se les hace insoportable hasta el punto de llegar a rechazar la vida, para no padecer más en esta existencia terrena ante la pasividad de los "otros".

Ven en la muerte una luz y una paz infinitamente deseable, cuyo deseo se acrecienta a medida no del mal sufrido, sino de la indiferencia, de la omisión y de la ineptitud de aquellos que le rodean y que debieran de ser los primeros en denunciar los hechos y por supuesto apoyar a la persona acosada. Personas,cargos y autoridades que han bajado la guardia y que se han resignado a la victoria del mal hasta sus últimas consecuencias; no les conviene hacer ruido. Arancha, como siempre sucede en estos casos, pidió una y otra vez ayuda, una ayuda que nunca llegó. Que el caso de Arancha remueva las conciencias de las personas, autoridades e instituciones encargadas de velar por el bien común, nunca silenciando el dolor de una familia que en este momento está viviendo un calvario mayor del vivido hasta el fatal desenlace. Ahora, recibirán hipócritas palabras de apoyo de aquellos que fueron cómplices del mal, de aquellos que en vez de combatir la injusticia, en muchas ocasiones incluso maltratan al acosado. Descansa en paz, Arancha. "Creo en la aristocracia, si es que ésa es la palabra correcta y si es que un demócrata puede utilizarla. No es que crea en una aristocracia del poder?sino?de lo sensible, de lo considerado?", En lo que creo, E.M. Forster