Tribulación es sinónimo, entre otros, de agonía y congoja. El ministro de Justicia acaba de lanzar su "brillante" propuesta de sancionar a los medios de comunicación que publiquen filtraciones sobre casos de corrupción y es de suponer que los demás miembros del Gobierno están de acuerdo con él.

La propuesta denota ese estado de ánimo ya que lo que pretende conseguir es retirar del ámbito judicial ese tipo de actuaciones al referirse a multas administrativas y de esta forma controlar mejor la situación.

Tanto el filtrado de información como la publicación de la misma está tipificado en el Código Penal pero en las sentencias suele prevalecer el derecho a la información por parte de los ciudadanos que está recogida en nuestra Constitución como fundamental, siempre y cuando lo publicado sea, por supuesto, veraz y de relevancia.

Lo que pretenden es dar un paso más al que dieron con la "ley mordaza" que incluso fue criticada por la ONU al declarar que se están traspasando determinadas líneas rojas sobre los derechos individuales, a lo que así, sin pensarlo dos veces, contestaron que en dicho organismo no habían leído la ley.

Han dejado claro que les molestan los periodistas, a menudo ofrecen conferencias de prensa sin aceptar preguntas o, directamente, comparecen desde un plasma pero coartar la libertad de expresión y limitar el derecho a la información de los ciudadanos no es democrático.

La prensa, tantas veces denominada "cuarto poder", es imprescindible en un país democrático. Solo las dictaduras restringen ese poder y lo hacen por el temor a que los periodistas con su labor de investigación saquen a la luz pública asuntos incómodos, cuando no ilegales, para el gobierno de turno, pero sí de interés para los ciudadanos.

Basta solo recordar el caso Watergate que llevó a la dimisión del entonces presidente de los EE UU Richard Nixon y tantos y tantos casos de corrupción denunciados en nuestro país.

En otro orden de cosas se puede decir que este tipo de medidas, si llegaran a producirse, perjudicarían de modo muy notable la marca España.

Por desgracia ya somos conocidos a nivel mundial como el país de la crisis.

En cualquier rincón del mundo donde haya un español ya no se le preguntará por el sol ni por los toros, se le preguntará por la crisis.

Eso es así de cruel y recuerdo perfectamente cuando en el auge del narcotráfico en Galicia, en cualquier lugar de España al reconocerte como gallego te preguntaban si tu apellido era Oubiña.

Puede ser que la propuesta tenga mucho que ver con la frase de umbral: el periodismo mantiene a los ciudadanos avisados y al Gobierno inquieto.