Los ciudadanos nominamos a los políticos, en convocatoria electoral, para que gobiernen; ordenen, vertebren, estructuren, gestionen (en sintonía con las cuatro virtudes cardinales) todos los bienes y patrimonios públicos, y para que marquen las pautas en congruencia con las necesidades de interés general. Pero ellos, "muy cucos" invierten los conceptos y priorizan su bienestar y sus logros, sobre las carencias y dificultades de los ciudadanos. Envuelven su vanidad en la fantasía de sus discursos, inoculan vicios abusivos en las instituciones públicas y usurpan derechos ajenos sin el menor escrúpulo".Sus principios quedan reprobados por vender impunemente el sentido (origen) de los votos, para marcar distancias personales y partidistas, con el objeto de ejercer un mayor dominio totalitarista sobre la población civil. Justificar, (ellos lo hacen) todos sus actos y fechorías amparándose en los fueros perversos que le otorga su propia ley, es una agresión a la inteligencia colectiva, un fraude a las instituciones públicas y un desprecio a la razón.

El Estado español, (visto desde la llanura) parece un albergue representado por políticos avarientos de otras tiranías, -faltos de equidad ecuánime- que producen angustia y pesadillas nocivas para la salud física y mental de la humanidad. Yo pensaba -a veces lo hago- que la política es una ciencia humana consistente en gobernar con decoro y sensatez. También creí (seguiré creyendo) que los cargos públicos tienen que estar formados y capacitados para atender y satisfacer con justeza equilibrada a todas las clases sociales. No obstante; aunque mis creencias, compartidas por muchos electores, puedan ser incomodas, (para aquellos gobernantes desleales, que tienen la obligada encomienda de dirigir las Administraciones y organismos públicos) voy a seguir creyendo que un estado de derecho bien estructurado ha de ser capaz de mantener el orden sin violencia, y saber gestionar con criterio pudoroso, todos los derechos sustentados por la sociedad.

Si el futuro que nos programan "estos sujetos, trapaceros de la política" es igual al que estamos padeciendo actualmente, entonces, es mejor retroceder a los tiempos de la transición; empezar de nuevo, y no volver caer en los mismos errores. Siempre hay muchos itinerarios para alcanzar el destino de un viaje, pero el que nos han marcado en 1.977, (lodoso y bacheado) además de no parecer el mejor, ha sido (está siendo) muy mal señalizado. Es imposible que un navío pueda navegar tantos años, entre tantas tempestades, y que la tripulación no sienta los efectos "devastadores" de la tormenta. Los cínicos siempre culparán a todos los inocentes.