Se viene celebrando estos días una exposición pictórica en la Escuela Municipal de Artes y Oficios bajo el título de "Retrato da sociedade dun artista vigúes", cuyo protagonista es el maestro de la pintura Emilio Fernández Rodal, quien desarrolló toda su actividad humana y artística en esta ciudad, que le quiere recordar rindiéndole este merecidísimo homenaje, para así rescatarlo de ese injusto olvido que suele suceder con los grandes personajes que ya forman parte de nuestra sociedad y de su acervo cultural.

Rodal, hombre inquieto y dinamizador de la cultura en general, destacó sobremanera en su faceta de pintor como retratista.

En sus lienzos quedó inmortilizada toda la burguesía local, desde los veinticuatro retratos de los presidentes del Círculo Mercantil, hasta los más variados sectores sociales, constituyéndose en el retratista oficial del momento.

Asimismo sobresalió, obteniendo grandes éxitos, en el género paisajístico, así como en el arte del cartelismo.

La peculiaridad del retrato de este pintor consistió en trascender desde la semejanza y fidelidad de la imagen obtenida, de esa expresiva pincelada, y llegar a mostrar los contornos interiores de los sentimientos y el alma del retratado. Es decir, que como sentenciaría el crítico y profesor Carlos L. Bernárdez, aconsejando que para comprender mejor al autor de una obra: "Un cuadro no debe solamente verse, sino también entenderse, o, mejor, leerse".

En esta galería de diferentes estilos y sensibilidades también llaman la atención la figura de un niño vendedor de FARO: "O vendedor do xornal" (1949), así como el que titula "Faenas no Berbés" (1960), en el que refleja a un pescador remando sobre un bote, con el Berbés al fondo, dejando al descubierto esa maestría de sus pinceles, al conseguir una total armonía plástica a través de "la luz gallega que se caracteriza pola súa inestabilildade", que él señalaría.

Rodal murió joven, a los 59 años, en 1972, en plena evolución y tránsito a otras técnicas de corte más modernista y novedoso, como lo testimonian dos de sus cuadros expuestos: "Milín" (su hijo) y "A fiestra", que nos ofrecen una total ruptura con todo el estilo anterior y su ingreso en las vanguardias imperantes.

Emilio Fernández Rodal fue un gran pintor, con estilo propio, y sobre todo un ejemplo de caballero gallego y español, adunando a todo ello una vigorosa y fecunda militancia dentro del viguismo de su época.

Todos estos méritos hacen que solicitemos al Ayuntamiento de Vigo, por ser de estricta justicia, que le dedique una calle para perpetuar su imborrable memoria.