La sociedad de la productividad y de la prisa trata de pasar con rapidez por encima de todo, especialmente de lo importante, o sea, que pretende que vivamos en la sociedad del entretenimiento, tal vez para que no nos paremos a pensar y a ver el ser de la realidad, sobre todo, parece que no nos interesa hablar mucho del valor de la vida humana, sino tratarlo todo reducido al sentimentalismo, y así, los debates sobre el aborto y la eutanasia, son argumentos simplemente sentimentales o lacrimógenos, propios de mercadillo, algo que no sólo empobrece la vida intelectual, sino que falta a la verdad, ya que continuamente hablamos de progreso, pero ¿qué es progreso si no es defender al ser humano?

A diario nos explayamos defendiendo la democracia, pero nada vale si no se defiende la dignidad de la persona, sea cual sea su estado y su situación, en cualquier caso todos somos sujetos de derechos y deberes, leyes que se encuentran escritas en todo el tejido social, más bien, fundamentadas, y que incluyen el respeto al otro, al carácter sagrado de su dignidad; pero en la actual situación, todo esto se olvida y gran cantidad de criaturas son tratadas como cosas desechables en el caso del aborto y la eutanasia y no se habla de las víctimas, ni se quiere enfrentar la sociedad a interrogantes ¿conflictivos?, así el terreno ya perdido con los no nacidos, está abriendo la puerta a la eutanasia, por eso digo que estamos en la sociedad del entretenimiento.