Vuelve a hablarse estos días, a propósito de la sentencia del Tribunal Superior de Xustiza de Galicia, y de manera recurrente, de la supuesta "discriminación" de sexos donde muchos ciudadanos vemos simplemente una "elección" de padres, alummos, profesores, etc., apoyada en corrientes pedagógicas serias y modernas que buscan el mejor rendimiento en ambos sexos, sin discriminación. Entiendo que alguien prefiera enviar a su hijo a un colegio mixto, sobre todo si no tiene la suerte de tener más hermanos en casa, ¡está en su derecho!, y, además, cuenta en la práctica con las máximas facilidades para hacerlo; pero me choca que esa misma persona pretenda que otros padres, a la fuerza, escojan su misma opción. Esa actitud tan visceral parece responder más a un prejuicio que a una auténtica reivindicación, puesto que no se están conculcando los derechos de nadie: Que cada cual elija lo que mejor le parezca para los suyos y que, por supuesto, aproveche los mismos recursos, también económicos, a los que como ciudadano tiene derecho, puesto que contribuye a ellos con el pago de sus impuestos. De hecho, con la renovación de conciertos, quienes realmente salen beneficiadas son las familias con menos recursos, que así tendrán la posibilidad de elegir entre educación diferenciada o coeducación y entre otras muchas opciones razonables acordes con sus legítimas preferencias.