La avenida que, saliendo de Baiona, se dirige hacia la Virgen de la Roca y hacia el Rompeolas, se llamaba Calle Luis Calleja, y había motivos para ello. Desde finales del siglo XIX, cuando Baiona era un precioso pueblo de pescadores, Luis Calleja lo escogió para sus vacaciones, siendo uno de los primeros veraneantes que hubo allí, y un "generoso protector de aquel rinconcito", como se dice en un artículo del ABC del 10-2-1911 titulado "Fiesta gallega". Allí se explica que Luis Calleja, empresario del Teatro Real de Madrid, organizó en él un festival "cuyos productos se destinan a la construcción de la Virgen de la Roca", asistiendo "a la fiesta las Reinas Victoria y Cristina y los infantes doña María Teresa, doña Isabel, doña Luisa, don Fernando y don Carlos". Luis Calleja fue Senador del Reino, Diputado Provincial por Burgos, Comendador de la Orden de Isabel la Católica, de la Orden de Villaviciosa de Portugal, Cruz del Mérito Militar, etc. Fue propietario de una de las empresas de encuadernación más importantes de España, en la que se encuadernaron millones de ejemplares de cuentos y libros de la popular Editorial Calleja, fundada por su hermano Saturnino, mi abuelo. Uno de aquellos libros fue la primera edición de "Platero y yo", de Juan Ramón Jiménez. Un sobrino de Luis Calleja, el Marqués de Quintanar, pasó largas temporadas en Baiona, en casa de su tío, haciéndose tan popular y querido que también se le dedicó una calle en el pueblo, que aún perdura. Otra sobrina, Carmen Calleja, mi madre, pasó allí un verano, fue invitada a tomar el té en el Castillo de Monterreal y allí, en la Torre del Príncipe, conoció al que sería su marido, Gonzalo Fernández de Córdoba, que vivía en el cercano pazo de su padre (mi otro abuelo), el Conde de Gondomar. Cuatro generaciones sucesivas de Condes de Gondomar tuvieron el cargo de Gobernador Perpetuo del Castillo de Monterreal. Mi histórica y emotiva relación con Baiona se inicia hace muchos siglos, por parte de mi padre, con mis antepasados Gondomar, y ahí está el Parador Conde de Gondomar, sigue, por parte de mi madre, con Luis Calleja a partir de finales del XIX, y ahí estaba la calle con su nombre y sigue estando la calle Marqués de Quintanar, viene luego el detalle entrañable de que allí se conocieran mis padres y, por fin, desde hace más de 70 años, tengo en Baiona muchos buenos amigos. Voy allí cada año y disfruto de su gastronomía, conociendo ya varias generaciones de dueños de restaurantes clásicos, como Navieras, El Pote o el viejo Moscón, ahora El Rompeolas. Ello me da ánimo para rogar al Concello de Baiona que restaure la calle de Luis Calleja, personaje que inició la actividad veraniega del pueblo, fue su protector y tuvo una influencia decisiva en que se construyera la Virgen de la Roca.