Cuando le vi botar en el palco del Concello, rodeado de alegres y bulliciosos héroes celestes, que devolvieron a Vigo y a su comarca la alegría en tiempos de crisis, pensé que también fue para Vd. la primera alegría que recibía desde que se hizo cargo de esta compleja y arriesgada empresa.

Su vida en la presidencia del R.C. Celta de Vigo no le fue fácil. Como reconocía el Sr. Alcalde, usted había apostado su prestigio, su tiempo y su dinero por hacer del Celta un equipo de primera, pero los éxitos no llegaban, el equipo se esforzaba en la parte baja de la tabla y el estadio no se llenaba. En cambio usted nunca arrojó la toalla ni le vimos desanimado, supo reaccionar con encomiable entereza y sentido del deber, incluso cuando tuvo que sufrir el duro golpe de graves accidentes familiares.

Dicen que la acertada estrategia de apostar por la cantera fue la clave de esta apoteosis deportiva. Yo le añado el don de la motivación, alguien que supo "cargar las pilas" en los momentos de desaliento, conectar con el enigmático resorte del afán de superación, que se esconde en personas con talento, como demostraron entrenador y jugadores.

Es verdad, ellos se lo "curraron", la afición y la ciudad de Vigo respondieron, pero detrás estaba el timón que gobierna la nave, que supo imprimir temple y ánimo con sólo su presencia, y ese papel le ha correspondido a usted.

Como todo en la vida, el talento sin motivación no da resultados, ni el bulto de la ficha guarda relación directa con el rendimiento de la persona. Detrás se mueven los hilos invisibles de la motivación y esa parcela, con admirable discreción, sin afán de protagonismo, la ha ocupado Vd. y acertó. Hasta su nombre resultó eclipsado por otro personaje que suena igual, aunque con distinta ortografía, y muchos dudan si Vd. se llama Carlos o José.

El Celta es ahora equipo de primera y siempre ha sido el más entrañable de Galicia, no sólo por nuestras supuestas raíces celtas, se dice que en Galicia nunca hubo más celtas que los cigarrillos y el Celta de Vigo, sino por un encanto especial. Yo mismo, que no soy un forofo, aunque un primo mío murió en la grada de un estadio, cuando me asenté en Vigo, hace 35 años, enseñé a mis hijos el estadio de Balaídos, antes que la ría de Vigo y uno figura entre los 14.000 de la famosa camiseta del ascenso

Por todo,

¡Merecidas felicitaciones, Sr. presidente, vaya por usted y por su familia!