Ahora que se ha producido por fin la vuelta a su casa en territorio saharaui de Aminatur Haidar, al parecer después de la intervención de la diplomacia estadounidense y francesa, toda vez que como suele ocurrir muchas veces la diplomacia española parece temerle al reino de Marruecos y otros han de intervenir para solucionar nuestros problemas de vecindad.

Claro que lo que mal empieza suele acabar también mal. España inició su presencia en el Sahara buscando su propio beneficio, siguiendo la moda que implantaron otras muchas potencias europeas, buscando sus ricos bancos de pesca en la costa y los fosfatos en el interior, en el año 1884.

Un año después se fundó Villa Cisneros, como capital administrativa. Posteriormente, en 1920 hubo un acuerdo de delimitación de territorio y finalmente, desde el año 1959, fue provincia española.

En el año 1967, el gobierno español, anunció su propósito de llevar a cabo un referéndum entre la población indígena, integrada por bereberes islamizados, para que decidiese sobre su posible autonomía.

Pero en el año 1975, fallece el general Franco y el rey de Marruecos aprovecha la situación de debilidad del gobierno español para organizar la Marcha Verde.

A continuación España, abandona a su suerte a los saharauis y desde entonces este pueblo sufre la actitud agresiva y abusiva de Marruecos, que pretende hacerse con el territorio negando todo derecho al pueblo aborigen.

Su población es escasa, exiliada en parte en Argelia y el famoso referéndum aprobado en la ONU, nunca se ha llevado a cabo, apoyándose en argucias como que al tratarse de una población nómada, no es posible hacer un censo para saber exactamente cuántas personas tienen derecho a participar en él.

¿De verdad, alguien puede creer que no es posible censar a una población de alrededor de unas trescientas mil personas, después de los 34 años que han transcurrido?

La señora Haidar ha hecho más ella sola, con su esfuerzo y sacrificio que todas las diplomacias juntas en tantos años. Lo malo es que posiblemente al irse apagando los ecos de las noticias que provocó, todo se volverá a ir olvidando poco a poco, hasta llegar al olvido. Marruecos ayudará y España me temo que poco hará.

El pueblo español apoya la causa saharaui, pero el gobierno es otra cosa. Por lo tanto, a este pueblo le queda un duro camino a recorrer y necesitará muchos seguidores de Aminatur.

Esperemos que el cariño de los españoles por este pueblo se siga manifestando y al menos sus niños puedan seguir viniendo a España cada verano.