El pasado miércoles, en el C. C. Caixanova, una proyección retrospectiva de 75 años, ponía al día a muchos de los presentes al 75 Aniversario de la fundación de Radio Vigo, de alguno de aquellos sucesos que, a otros tantos, nos sumían en gratos recuerdos y felices añoranzas. Yo recordaba cuantas noches era mi radio de galena, con el somier de la cama como antena, la que me desconectaba del mundo, con la sintonía de la Leyenda del Beso a modo de juvenil nana, sereno prólogo de las oraciones enseñadas por mi madre... De mañana, de nuevo la cita con Radio Vigo, antes de ir al colegio: lavarse, desayunar y dar un beso a mi padre, despidiéndose de todos para ir a su trabajo, a la tienda de Radios de D. Eugenio. Me venía el recuerdo de su esposa, Doña Pepita, cariñoso modelo de virtudes aún a pesar de su delicada salud, charlando con mi madre y otras amigas, mientras Eugenito, mis hermanos y yo jugábamos en el Jardín del Arenal, entre las palmeras. Y recordaba las noches de radio con Pepe Iglesias “El Zorro”, y a Alberto Aguileras y su “Uds. son formidables”, y la “Cabalgata Fin de Semana”, con mi tío Pepe Barbosa acompañando a la guitarra a los actores noveles. Por eso, yo estaba convencido de que formaba parte de la familia de la radio. Y es que además, el ambiente de aquella empresa era el más convivencial que conocí hasta bien pasados años. Tengo para mí que esa escasa virtud empresarial ha sido el factor determinante para hacer de la Familia González de Haz un fenómeno sucesorio de escaso parangón.

Tanto el presidente de Radio Vigo como su director general -crisol de los caracteres de su padre y su abuelo-, tuvieron la grandeza de reconocer justamente la gran aportación de sus empleados, y los galardonados -este periódico decano entre ellos-, les correspondieron con largueza al destacar la dedicación personal, el afán de superación y la excelencia como motores de tan destacada andadura. A tales Señores, tales honores. Larga vida a la Familia Radio Vigo. La Ciudad os adeuda su escucha de por vida.