Quisiera responder a Mercedes Sánchez Laredo, que hace unos días se preguntaba por la coherencia de la Iglesia.

Quiero pensar que no vive en la Iglesia sino que se autorrespondería: la Iglesia es la Institución que más vela por la dignidad de la persona humana y además en todas las etapas de la vida, desde la concepción hasta el final, su muerte.

Sería incoherente si no velase por el cumplimiento del “no matarás”. ¿Se imagina que el Papa dijese lo contrario de lo que ha dicho en África? Menudo escándalo, ¿verdad? Es que... ¡es coherente!

Dice que todo el mundo sabe que uno de los medios para combatir el sida es el preservativo. Pues creo que no todo el mundo sabe, y usted tampoco, que Edward Green -mayor experto en sida, de Harvard- afirma que “no se puede resolver el flagelo del sida con la distribución de preservativos; al contrario, el riesgo que se corre es mayor, se aumenta el problema. Este científico, junto con otros expertos, dice también que es más eficaz educar en la abstinencia y monogamia. ¡Qué coincidencia, justo lo que ha dicho el Papa en África! Edward Green pone el modelo de Uganda y Kenia donde después de un cambio en conductas se ha reducido el problema del sida. “Quédate con tu pareja o sé fiel” es el modelo ugandés.

Ya en 2004 la prestigiosa revista médica “The Lancet” proponía el famoso ABC -abstinencia, fidelidad, condón-. A esto habían llegado 140 expertos de 36 países. Ocurre que donde lo han seguido... se obtienen resultados positivos.

¿No será que habrá que cambiar ya ciertas conductas en vista de lo que está sucediendo con el sida?, ¿Sabe usted lo que reflejan las estadísticas sobre el aumento de enfermedades venéreas y - lo más llamativo- entre la población juvenil?

Basta de informaciones sesgadas que ya se ve a lo que conducen. Ni regalándolos. Además de los países citados, disminuye el sida en Haití, Zimbabwe, Tailandia, Camboya, Zambia, Costa de Marfil -en zonas urbanas-, Malasia...

¿Sabía usted que la industria recibe millones de dólares al año promoviendo el uso de preservativos, medicamentos y tratamientos para el sida y que se opone, con campañas, a la idea de un cambio de conductas y que no admite que otro comportamiento es la solución?

La Iglesia, además, ayuda con sus organismos a la atención de esas personas enfermas que nadie quiere atender por temor al contagio.

¿Por qué el Gobierno no ayuda a las mujeres embarazadas que tienen dificultades del tipo que sea, al menos, con la misma cantidad de dinero que, según he oído a la ministra de Medio Ambiente, va a dar para ayudar al lince? ¡Cuánto se ayudaría a la mujer realmente!

En todos estos días no he oído a nadie promotor del aborto, decir los problemas que causa a la mujer el abortar: a veces la muerte, en otros casos secuelas físicas y... siempre secuelas síquicas de por vida.

Menudo genocidio el del aborto: más de 100.000 en 2008.

Estoy con la Iglesia defensora de la vida y con tantas personas, no católicas, que con sensatez defienden la vida siempre.