La crisis ha irrumpido en miles de hogares impregnando a sus moradores de fría tristeza,agobio y desesperanza. Las Navidades de este año, para muchos, son fiestas sin fiesta o con muy poco de fiesta. Para montones de familias,la carencia de lo más elemental borra y elimina todo lo que suene a alegría. Hasta la paupérrima luz que adorna algunas de nuestras calles coincide con ese estado de ánimo. Estamos viviendo situaciones que pertenecen a la posguerra: tremendas colas en los comedores sociales, que son las mismas que esa misma mañana han soportado horas y horas en las oficinas del INEM tratando de conseguir cualquier puesto de trabajo con una mínima retribución salarial para poder alimentar a los suyos. Lo mas penoso del caso es que esta puñetera crisis la padecen ,en una gran mayoría, los que no han intervenido para nada en su creación y desarrollo y ahora, son sus victimas propiciatorias; las que nutren precisamente el pudridero del "paro". Llegado es el momento de abandonar cinismos, actitudes hipócritas y absurdas melancolías. Dejémonos de añoranzas del pasado. El meollo de la cuestión es “cómo resolver el presente”.Carencias e incertidumbres no son precisamente el tratamiento adecuado para la problemática situación actual. Señor presidente del Gobierno, señores ministros, sin demagogias... ¿Qué menú recomendarían ustedes a los tres millones de parados para estas Navidades?,¿Y para los hijos de estos parados? Es muy triste ¿verdad? Créanme que no se trata de ninguna broma. Quiero aprovechar este momento para agradecer a su periódico la publicación de mis cartas y la paciencia de sus lectores.Para todos,Feliz Navidad y lo mejor para el próximo 2009.