Cada persona que se muere de hambre hoy en día, es un asesinato. Hoy importa más los resultados siempre positivos de los grandes lobbies económicos, que las personas que se mueren de hambruna como moscas en muchos rincones del mundo. Hoy constatamos que tiene más valor el biocarburante para las máquinas que la comida para los humanos. Se mueren veinticinco mil personas de hambre al día, una cada treinta segundos.

Sabemos que nuestro planeta está capacitado para dar de comer a más de doce mil millones de seres, que aún no llegamos, según los expertos. Como diría el otro, eso es un "cachondeo", una vergüenza, un retroceso nefasto de la raza humana. ¿Para qué nos sirven todos estos mecanismos, organismos llamados a autorregular, organizar y prevenir nuestro bienestar diario si estamos peor cada día que pasa? La FAO, tres mil funcionarios internacionales, cuatrocientos millones de presupuesto anual, está claro que ha fracasado, como muchas otras iniciativas, en su labor de velar por nuestro bienestar. Su presupuesto sería para hacer vivir bien a sus trabajadores nada más.

Podremos seguir enumerando ejemplos de organismos llamados a mejorar la vida cotidiana, que más bien, en vez de solucionar problemas, los empeoran empezando por la ONU.

¿Cuál es entonces el problema? Nada más abrir los ojos, se ve que nos está matando el

egoísmo colectivo representado por los países supuestamente ricos, y dentro de este colectivo de ricos, un pequeño grupo de

lobbies, agrupaciones de timadores sin escrúpulos, máquinas lavadoras de cerebros por ser además propietarios de la información que tiene que llegar al rebaño en este caso, la "clase baja" que somos. Trabajadores que no piden otra cosa que estar en paz pero que se encuentran con el pan impuesto de todos los días: vivir de estrés hasta el final. Se habla desde muchas décadas de ayuda al pobre, de ayuda al desarrollo, etcétera, pero hoy sabemos que no se lo cree nadie, sobre todo nosotros que venimos de rincones saqueados, destruidos, empobrecidos de la mano de nuestros semejantes. ¿La solución es ayudar? No señores, se trata de devolvernos la dignidad.