Batas blancas, chaquetas, chales o incluso verdura como atrezzo. Cualquier elemento aparentemente inútil o poco adecuado para elaborar un disfraz sirve, siempre y cuando se le aplique imaginación. Esa es la esencia del Baile de Bascalleiros que ayer organizó la Asociación Banda do Río y que pretendía recuperar lo que en su momento fue una tradición en la Sala Paraíso. Lejos de esos disfraces más elaborados o visualmente más ortodoxos y cuidados, el bascalleiro reivindica el encanto de lo cutre, de la improvisación con pocos recursos. La cita no defraudó y algo más de un centenar de personas se personaron en el lugar para ver cómo los participantes en el concurso saltaban a la palestra para desfilar ante la atenta mirada del público mientras Moncho Ferreiro (de la comparsa Os Mulos) ejercía como maestro de ceremonias. No faltó, desde luego y como no podía ser menos, el buen humor.

Por otra parte, Africanos Zulús ganó el primer premio del concurso de disfraces de adultos en la categoría de grupo, con Manolo e Concha para el segundo. En la modalidad individual los ganadores fueron A marquesa das alfombras (primeros) y Carneiro (segundo). Todos ellos se llevaron vales de compra para comprar en el comercio local.