El momento que se vivió en el muelle de Ribeira do Freixo, en Outes entre dos animales de distinta especie parece sacado de una película de la factoría Disney. El vídeo, que circula por las redes, muestra a un delfín que acude a la dársena donde está situado un grupo de padres con sus hijos, a los que les acerca el morro.

Parece que quiere jugar, al tiempo que se dejar querer y acariciar. Una intención a la que responde enseguida la perrita que está junto al grupo de humanos, que verbalizan su emoción al encontrarse tan cerca del cetáceo. Unos segundos para analizar la situación, y el can, que intuye que no hay peligro, se lanza al agua para juguetear con el delfín.

Mientras la perrita nada a su lado, el animal marino le ronda en la superficie y también cuando se sumerge en el fondo del mar, para unirse en una suerte de coreografía improvisada, con saltos y chapoteos por ambas partes. Un precioso espectáculo que fascina más si cabe a los testigos del momento, y que se prolonga cerca de dos minutos.

Por el lugar donde se produce este momento, podría tratarse perfectamente de Manoliño, un delfín que llegó a Galicia, y en concreto a esta ría de Muros-Noia, en 2020, y que ya forma parte de su población.

En el mes de septiembre de aquel año, un 'navalleiro' de Noia recibió la visita de este cetáceo mular mientras buceaba para recoger navajas en aguas de la ría de Muros. No le asustó la presencia de este ejemplar de unos dos metros de largo, ya que desde mucho antes venía merodeando por donde trabajaba su grupo de 'navalleiros'.

Daba igual que cambiasen de zona de buceo, el delfín rondaba su embarcación. Fuera emergiendo alrededor de ella o manteniendo cierta distancia, casi nunca dejaba de observarles mientras mariscaban. Y de tan acostumbrados a tenerlo cerca pues acabaron bautizándolo con el primer nombre que se les vino a la cabeza: Manoliño.

'Manoliño', un delfín que se toma demasiadas confianzas

'Manoliño', un delfín que se toma demasiadas confianzas R. V.

Sin embargo, llegó un momento que el cetáceo empezó a suponer cierto riesgo para la integridad física de los que nadasen cerca, como así ocurrió el verano pasado cuando Manoliño, que les buscaba para jugar, dio algún mordisco "cariñoso" a un mariscador, y arrastró a otro buceador a la superficie. El hombre acabó en el centro de salud para curarse de las heridas y someterse a un chequeo específicamente dirigido a descartar un accidente de descompresión.

El delfín "Manoliño", señalado con la flecha roja, nadando en el puerto de Muros-Noia.

En este sentido, los expertos de la Coordinadora Europea de Mamíferos Marinos (CEMMA), casos como el de Manoliño se solucionan alejándose de él, evitando el contacto, ignorándolo.

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El posado de los delfines en la ría de Vigo R. V.

Solo así se desganchará de su querencia a interactuar con los humanos y solo así encontrará al grupo de su especie con el que le corresponde estar.