A poca gente le ocurre algo así y menos lo pueden contar. Un buzo que se dedica a mariscar en la costa de Provincetown, Massachusetts, puede "presumir" de haber sobrevivido a un episodio bien angustioso: fue tragado por una ballena jorobada.

Ocurrió el pasado mes de junio, cuando Michael Packard, el protagonista del suceso, se encontraba sumergido a unos 13 metros de profundidad. "De repente, sentí un gran golpe y todo se oscureció", declaró a WBZ, un medio afiliado de la CNN.

En un primer momento, creyó haber sido víctima de la mordedura de un tiburón, pero instantes después se dio cuenta de que en realidad se encontraba en la boca de una ballena. Pese al golpe, conservaba su equipo de respiración, aunque admite que pensó que ahí terminaba su vida porque "no había forma de salir".

Michael Packard en el hospital YTB

Medio minuto después el cetáceo emergió a la superficie y lo expulsó al sacudir la cabeza: "No lo podía creer. Y estoy aquí para contarlo".

Tras ser lanzado al aire y caer al agua, un compañero le rescató y lo trasladó al hospital, donde llegó magullado pero sin mayores problemas de salud.

Biólogos marinos consultados por medios estadounidenses a raíz de conocerse este caso han asegurado que no es habitual que suceda y que, en cualquier caso, era poco probable que la ballena hubiera engullido al buzo ya que su esófago no es tan grande como para que quepa una persona. Tiene el grosor aproximado de una pelota de baloncesto.

Los expertos apuntan que el mayor peligro fue la presión del aire en sus propios pulmones en el momento en el que el animal emergió para escupirlo: "Si llega a la presión atmosférica y contiene la respiración, podría desarrollar una embolia. Para salir de una situación como ésa tienes que ser un gran profesional".

El caso de  Rainer Schimpf en 2019

Hace dos años el también buzo Rainer Schimpf, de 51 años, fue engullido por una ballena de de 15 metros y 25 toneladas en Ciudad del Cabo cuando intentaba hacerle fotografías a un banco de peces.

"Contuve el aliento pensando en que iba a sumergirse y liberarme en las profundidades del océano", señaló a una agencia de noticias sudafricana. El cetáceo abrió sus fauces cerca de una playa y pudo escapar.

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Este otro afortunado "Gepetto" asegura que, aunque no la repetiría, fue una "experiencia interesante" que le dio una conexión con la ballena que "no creo que nadie haya tenido nunca".

Su esposa y un fotógrafo pudieron grabar la escena: