Valentina tenía una vida paralela en internet. Cada vez que llegaba a casa y desbloqueaba su teléfono móvil resucitaba a Nina Ríos, una suerte de alter ego virtual a cuya personalidad construía en paralelo a la suya propia.
El caso de esta influencer podría parecer habitual, salvo porque la joven brasileña es menor de edad. Tiene, concretamente, 14 años.
Fernanda Rocha, su madre, decidió borrar su perfil en redes sociales al considerar pernicioso para la salud mental de su hija que creciera creyendo ser ese personaje.
"Nacemos con varios dones que nos hacen únicos, pero cuando copiamos el rebaño se diluyen en el proceso y acabamos siendo uno más del montón", argumentaba Rocha: "En sus redes había decenas de clubes de fans, todo muy dulce pero también dañino para cualquier adolescente en proceso de descubrimiento y búsqueda de la individualidad".
El fenómeno ha tenido una repercusión considerable en Brasil, el lugar que reúne al grueso de seguidores de Nina Ríos. La propia madre decidió exponer sus razones en Instagram, donde declaró su intención de devolver esa libertad a su hija cuando ésta tuviese la madurez suficiente.
La publicidad de la historia reabrió el debate de sobre la excesiva exposición de los menores de edad en internet y, mientras gran parte la comunidad la defendía, otros muchos la criticaron duramente, tal y como reconoció en un comunicado:
"Me pasé la semana leyendo a desconocidos decirme que era narcisista, egoísta, que había acabado con los sueños de mi hija, que estaba celosa de ella. Lo leí mientras ella dormía tranquila y felizmente pegada a mi lado, impermeable a los venenos de Internet, escenario para cobardes".
Fernanda Rocha tranquilizó a los seguidores de su hija con respecto a su futuro y aclaró que la enviaría a estudiar a Suiza. A continuación, justificó su manera de proceder argumentando: "El cariño que le tenéis es de lo más bonito, pero no creo que sea saludable para un adulto y menos para un adolescente basar las referencias de autoconocimiento en la retroalimentación virtual".
