Las quejas en los restaurantes no son algo poco frecuente. Más bien al contrario. Las redes y las páginas web a las que muchos acuden buscando recomendaciones se llenan cada vez más de comentarios de clientes poco satisfechos. Esos clientes unas veces tienen razón y otras no del todo. Hace días una hostelera de Gijón contestaba a un cliente de su sidrería con cierta gracia en una página web. Él se había quejado de que los chupitos estaban aguados y de que la comida "sabía a nevera". El cliente llegó incluso a acusar a los camareros del establecimiento de rellenar las botellas de alcohol con agua (se supone que para, así, maximizar beneficios).

"Cuando se sirve un chupito la parte de arriba normalmente se queda un poco diluida por el hielo. Lo normal es removerlo un poco antes de beberlo", afirmó la dueña del establecimiento en su respuesta a través de la misma página web de opiniones en la que el cliente en cuestión había dejado indicado su malestar. "Estábamos comprobando sólo que la botella estuviera bien porque es posible que hubiera venido mal y no la íbamos a servir sin comprobar antes", continúa la hostelera poco antes de meterse con lo de que su carne "sabía a nevera". "No sé qué decirte, nunca he lamido una nevera, efectivamente guardamos la carne en la nevera, ya que es su sitio pero los camareros os preguntaron si os había gustado y no dijisteis nada", recuerda.

Lo cierto es que cada vez es más frecuente que los dueños de los establecimientos contesten a las opiniones que vierten algunos clientes. No en vano muchos de estos pequeños empresarios consideran injusto a todas luces que se deje opinar a quién, en no pocas ocasiones, ni tan siquiera ha estado en el establecimiento y sin embargo deja una opinión que a veces es demasiado parcial (o incluso interesada). No en vano las opiniones afectan cada vez más a la reputación de las empresas en el digital y al modo en el que las ven los futuros clientes que siempre buscan en internet antes de visitar un concreto establecimiento o antes de reservar para cenar o para comer por lo que lo que se juega son importantes cantidades de dinero.