La reciente revelación de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, pagó a una actriz porno para que no revelase una relación entre ambos ha llevado a la primera plana la relación entre la industria del sexo y la política. A una escala más local, se suma a la tendencia el descubrimiento de que el actual secretario general del Partido Popular en el municipio alicantino de Elda, Iván Obrador, participó en 2012 en la grabación de un vídeo pornográfico.

Todavía no se ha llegado al extremo de la película Idiocracia, una distopía estrenada en 2006 en la que el presidente estadounidense es, precisamente, un actor de cine adulto. Pero a lo largo de los últimos años varios han sido los trabajadores de esta industria que han intentado acceder a cargos políticos. Repasamos algunos de esos puntos de intersección entre los dos ámbitos. Aunque algunos pensarán que lo verdaderamente pornográfico son las decisiones que toman a veces algunos gobernantes.

Trump:

Una neumática rubia llamada Stormy Daniels, nacida en 1979 en Batton Rouge (Louisiana) con el nombre de Stephanie Clifford, saltó a la fama internacional en las últimas semanas, y no por su papel en 221 películas para adultos.

Según The Wall Street Journal, un abogado del presidente de Estados Unidos pagó 130.000 dólares a esta actriz porno -ya retirada del servicio activo- un mes antes de las elecciones de 2016 para que no revelara que había mantenido relaciones con el magnate neoyorquino diez años antes, al año siguiente de que éste contrajese matrimonio con Melania, que ahora tiene 47 años.

EEUU 2020:

Ironías, el antídoto contra Trump podría ser otra actriz porno. Frustrada por la elección del magnate y estrella televisiva, Cherie Deville acaba de lanzar una plataforma para presentarse como candidata a las elecciones presidenciales de 2020. Parafraseando hiperbólicamente el lema de Trump, su grito de guerra es "Hagamos América jodidadamente impresionante de nuevo" ("Make America fucking awesome again"). La actriz, de 39 años, ha creado una página web para promocionar su apuesta. Le acompañan en la aventura el rapero Coolio, como aspirante a vicepresidente, y en su equipo aparecen otros actores y actrices de la industria XXX.

Cicciolina:

Si hay una pionera en cruzar la línea entre porno y política esa es Ilona Staller, más conocida como Cicciolina. Empezó su militancia tan temprano como en 1979, aunque no fue elegida diputada en el Parlamento italiano hasta 1987, en las listas del Partido Radical. Abanderó la lucha contra la energía nuclear y el ingreso en la OTAN de su país de adopción -es húngara-. Antes de que estallase la guerra del Golfo, se ofreció a mantener relaciones sexuales con el líder iraquí, Saddam Hussein, para conseguir la paz en la zona. En 1991, tras fundar un nuevo partido, no consiguió la reelección. Desde entonces lo ha intentado en varias ocasiones, sin éxito.

Elecciones británicas 2015:

Al contrario que los dos ejemplos anteriores, en los que las actrices porno no reniegan de ocupación para lanzar sus carreras, John Langley sorprendió a la opinión pública británica y, en particular, a los votantes del ultraconservador UKIP cuando se descubrió que había dedicado gran parte de su vida a hacer películas X.

Langley, que actúa bajo el alias de 'John Rockard' aseguró que sus potenciales votantes no se verán decepcionados. "UKIP -señaló- es un partido de clase obrera, que interpela a la gente de clase obrera. La gente normal va al bar, disfruta de una cerveza y luego va a su casa y, probablemente, disfruta de entretenimiento adulto. Lo que las personas hacen en su vida privada es un problema de ellas".

Francia 2017:

En los comicios que rubricaron la fortaleza parlamentaria de Emmanuel Macron meses después de hacerse con la presidencia de la República, una exactriz porno también lo intentó en uno de los distritos de París. Se trata de Esther Kooiman, conocida en la industria como Zara Whites, y de fueres convicciones ecologistas. La aspirante, que no obtuvo éxito, quería "poner su fama al servicio de determinadas causas".