El pasado 24 de mayo, la breve reunión que mantuvieron en el Vaticano el Papa Francisco y el presidente estadounidense Donald Trump dio mucho de qué hablar por la ostentosa frialdad con la que el pontífice recibió al magnate.

De aquella cita se conoció, en líneas generales, los temas de la actualidad internacional que abordaron y el tiempo de su duración, apenas 30 minutos. Lo que no se conocía hasta ahora era una divertida anécdota que protagonizó la hija del mandatario norteamericano, Ivanka en la visita a la ciudad vaticana.

Ivanka Trump acompañó a su padre y su madre Melania por la gira por Oriente Próximo y Europa que realizaron a finales del pasado mes de mayo. Lo hizo en calidad de asesora presidencial, que es el cargo que ostenta la primogénita de los Trump en el gabinete del despacho oval.

El medio británico ´The Guardian´ informa de un divertido momento de confusión de Ivanka en Roma. Tras el encuentro con el Papa, la hija de Trump salió a cenar con su marido Jared Kushner a un conocido restaurante de la capital italiana, Le Cave di Sant'Ignazio.

Allí colgaba un retrato de un personaje cuya identidad era desconocida para Ivanka. Pero debió ver en él un aura beatífica, así que, curiosa, preguntó a ver qué santo era aquél que cuya imagen colgaba de la pared.

"No es ningún santo", le respondieron. Es un futbolista de la Lazio, Giorgio Chinaglia".

Chinaglia fue uno de los artífices del primer Scudetto ganado por la Lazio. Fue en el año 1974. En su paso por el club romano, que duró 7 años, Chinaglia marcó 98 goles en 209 partidos de liga y se convirtió en una leyenda para los seguidores del equipo.