¿Qué podemos hacer para reducir el riesgo de las celebraciones navideñas? Los consejos del MIT

Hace un año estábamos muy preocupados. La unión de la Covid-19 y las celebraciones navideñas constituía una segura invitación al desastre.

Un año más tarde las cosas han cambiado.

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¿Cómo estamos, comparado con las Navidades pasadas?

Nosotros hemos jugado nuestras cartas y estamos mejor que estábamos:

• Tenemos vacunas y una elevada proporción de la población vacunada con dos dosis.

• Muchos de los más mayores tienen ya una tercera.

• Incluso los niños entre 5 y 11 años empiezan a vacunarse.

• Bastantes personas toman precauciones y vuelven a usar mascarillas.

• Además, en un año hemos aumentado considerablemente nuestros conocimientos sobre el SARS-CoV-2.

Pero también el virus jugó sus cartas.

• Cada vez aparecen variantes que son significativamente más infectivas y con mayor capacidad de escape a las vacunas que las anteriores.

Es el caso de la variante Delta y especialmente de Ómicron. que tanto preocupa hoy en día.

Mejoramos, pero el SARS-CoV-2 es un enemigo cada vez más temible

Estamos inmersos en un complejo contexto en el que a medida que nosotros mejoramos en algunas de las herramientas esenciales en la lucha contra la pandemia, el SARS-CoV-2 se vuelve un enemigo cada vez más temible.

Ahora nuestra escasa prudencia, probablemente resultado del hartazgo ante la interminable batalla contra el coronavirus, está consiguiendo que los casos vuelvan a dispararse.

La situación se descontrola mientras el mundo se encamina despreocupadamente hacia unas fiestas en las que el coronavirus se colará en muchos hogares y logrará que sean las últimas Navidades para demasiadas personas.

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¿Qué riesgo de contagiarnos corremos al juntarnos con los nuestros durante las celebraciones navideñas?

El Instituto Tecnológico de Massachussetts (el célebre MIT) es una de las mejores instituciones científicas del planeta.

Investigadores de dicho centro han desarrollado un sofisticado modelo matemático de simulación de la dispersión del coronavirus en aerosoles.

Un modelo que nos permite estimar el tiempo máximo que podemos estar reunidos con otras personas sin correr riesgo de contagiarnos.

Y lo hace en función de cómo sean una serie de características de la reunión, como por ejemplo:

– El porcentaje de vacunados entre los asistentes

– El tamaño del local donde nos reunimos

– El tipo de ventilación

– Si usamos o no mascarilla…

 

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Para que el lector no tenga que ponerse a “correr” el modelo del MIT en un potente ordenador, o a realizar cálculos con sus ecuaciones, resumiremos aquí el riesgo al que nos exponemos cuando asistimos a alguno de los típicos eventos navideños.

Conocer este riesgo es muy útil pues nos permitirá tomar decisiones y actuar en consecuencia.

1. En un piso pequeño con un comedor de unos 10 metros.

En nuestro primer escenario estimaremos el riesgo de una pequeña reunión familiar de unas 6 personas, en un un piso pequeño, en un comedor de alrededor de 10 metros cuadrados.

Para empezar asumimos unas condiciones idóneas en las que los reunidos actúan con la máxima prudencia:

– Todos utilizan la mascarilla y solo se la quitan mientras comen, volviéndosela a poner al terminar.

– Aunque haga frío el salón está bien ventilado y se mantienen abiertas ventanas en sitios opuestos.

– Solo se reúnen 6 personas manteniendo entre ellos una distancia de aproximadamente 1 metro durante la mayor parte del tiempo.

– Todos los que se reúnen están vacunados

Ahora asumamos que uno de los asistentes está contagiado y no lo sabe.

En este caso, obrando de esta forma tan prudente que acabamos de describir, estamos bastante seguros.

En esas condiciones tardaríamos más de 15 horas en contagiarnos.

Así que si lo hacemos bien, una larga cena de Nochebuena o Fin de Año, o una larga comida de Navidad o de Año Nuevo resultan muy seguras si guardamos las anteriores precauciones.

Pero… ¿Qué pasa si no lo hacemos?

Pero todavía hay un supuesto peor:

2. En un comedor de unos 50 metros cuadrados

Estamos pasando de una familia pequeña con una casa pequeña, a una grande con un salón-comedor grande. Y las consecuencias no varían mucho ni en tiempos ni en contagios.

Pero en cualquier caso, vamos a insistir teniendo en cuenta además que cuanta más asistencia a la fiesta, más contagiados puede haber si hacemos las cosas mal.

Así que en nuestro segundo escenario estimaremos el riesgo de una reunión familiar grande, en un salón-comedor de unos 50 metros cuadrados de una casa grande.

Como en el caso anterior empezamos asumiendo unas condiciones idóneas en las que todos los reunidos actúan con la máxima prudencia:

En este caso también asumimos que uno de los asistentes está contagiado y no lo sabe.

Pero obrando tan prudentemente los asistentes siguen en una situación bastante segura y ni la más larga cena de nochebuena o de fin de año, o la más interminable comida de navidad o de año nuevo resultan peligrosas si guardamos las anteriores precauciones.

Pero si no se toman todas estas precauciones estaremos en un caso parecido al anterior, aunque el número total de contagiados acabe siendo mucho mayor.

– Si no se usan las mascarillas, aunque se ventile bien el comedor, si uno de ellos está contagiado todos los demás asistentes terminarán contagiados tras poco más de una hora.

– Si además de no usar mascarillas no se ventila el salón, si uno de ellos está contagiado todos los demás asistentes se contagiarán en alrededor de media hora.

– La asistencia de personas no vacunadas tiene las consecuencias parecidas al caso anterior.

Lo bueno del asunto es que en estas reuniones familiares siempre podemos reducir considerablemente el riesgo de que asista un contagiado.

Basta con no invitar al insensato familiar que lleva una descontrolada de asistencia a locales o no esté vacunado.

Un poco de cuidado con quienes asistan a nuestras reuniones navideñas ayudará a reducir significativamente el riesgo de contagio.

3. Modelo aplicado a locales de ocio

Un problema muy diferente es el de la asistencia a locales de ocio, donde no tenemos control alguno sobre los asistentes y dónde por la propia naturaleza de su actividad es mucho más probable que asistan personas más imprudentes.

Además, el elevado número de personas que frecuenta estos locales incrementa significativamente el riesgo de que coincidir allí con un contagiado.

El modelo del MIT también trabaja con estos locales. Y sus conclusiones resultan desoladoras.

Claro que hablar de este tema resulta extremadamente impopular y puede llevar a que muchas personas se indignen con las conclusiones. Porque en un país que tanto apuesta por el turismo (y tan poco por la ciencia, la tecnología y la innovación) no está nada bien visto achacar responsabilidades al sector hostelero.

A nivel personal, tampoco nos resulta grato.

Pero la ciencia es cierta creamos o no en ella y nos guste o no lo que dice.

Y la ciencia indica que este tipo de locales resultan extremadamente peligrosos. Y en ellos deberíamos incrementar al máximo nuestra prudencia.

Es un resultado desolador.

Incluso si el local está muy bien ventilado resulta peligroso, aunque en tal caso el tiempo se incrementa hasta alrededor de una hora.

Permanecer el máximo tiempo posible con la mascarilla puesta en estos lugares es la mejor medida para prevenir el contagio. Pero es muy fácil que en un local de ocio estemos cerca de una hora sin ponernos la mascarilla. Y eso deja el que nos contagiemos en manos del azar.

Para colmo, por lo que vamos sabiendo la variante Omicron podría empeorar significativamente las cosas.

Aunque no nos guste, no podemos obviar que hay numerosa evidencia científica que demuestra rigurosamente que esta pandemia de Covid-19 es debida en una buena parte a nuestra insensata asistencia a los locales de ocio sin las precauciones debidas.

Trabajos muy rigurosos con complejos modelos matemáticos de regresión cuantifican la enorme contribución a los contagios de este sector. Y sus resultados son desoladores. Miles de personas murieron tras contagiarse de Covid-19 en  actividades de ocio realizadas sin las garantías necesarias. En buena medida la Covid-19 es la pandemia del ocio y del turismo.

Quienes no estén tan familiarizados con los números disponen de un dato demoledor:

Se aproximan las fiestas navideñas. En nuestra mano está evitar que las risas traigan llantos.