Ómicron, con mucho la más contagiosa de todas las variantes del SARS-CoV-2 que hemos padecido hasta la fecha, se extiende imparable por Europa.

No puede ser de otra forma.

Cuando los científicos sudafricanos encontraron que los contagiados por la variante Ómicron aumentaban rápidamente en algunas zonas del país, ya era seguro predecir que se avecinaba una muy mala compañera de viaje.

Porque de ahora en adelante solo vamos a tener noticias de una variante cuando sea más infecciosa.

Ómicron es capaz de crecer hasta 40 veces más rápido que la cepa original

En una fecha tan temprana como 1930, el gran genetista inglés Ronald A. Fisher demostró rigurosamente que las nuevas variantes aparecidas por mutación (como la Ómicron) solamente son capaces de extenderse en una gran población si su eficacia biológica (esto es, su capacidad de dejar descendientes) es muy superior a la de las variantes que ya están presentes en dicha población.

Se trata de una de las ideas esenciales de la biología de poblaciones, que desde entonces se demostró teórica y experimentalmente en alrededor de 25.000 trabajos científicos independientes.

Pocas cosas hay en ciencia mejor demostradas.

Aplicando procedimientos matemáticos más complejos que los utilizados por Fisher, en enero de este año demostramos que una nueva variante de SARS-CoV-2 necesita ser como mínimo alrededor de un 50% más infectiva que las anteriores para conseguir expandirse en la población.

Ómicron sobrepasa con mucho este límite.

En los primeros estudios de infectividad en cultivos celulares de laboratorio la nueva variante es capaz de crecer hasta 40 veces más rápido que la cepa original.

Sin duda la variante Ómicron está consiguiendo contagiar a más gente siendo más infectiva, reproduciéndose más rápido, dejando mayor carga viral y escapando mejor al efecto de las vacunas, así como a la inmunidad de quienes ya pasaron la enfermedad, que cualquiera de las anteriores variantes.

Tantas mutaciones es un suceso muy extraño

Para conseguir esto, Ómicron acumula alrededor de 50 nuevas mutaciones, lo cual es un hecho extremadamente improbable.

La mutación es un suceso raro y el hecho de que se acumulasen a la vez tantas de ellas es algo que solo puede ocurrir con una probabilidad extraordinariamente baja. Es muy difícil que a uno le toque el gordo de navidad, pero es muchísimo más difícil que le toque 3 años seguidos.

Esta rareza hizo pensar a muchos investigadores que probablemente Ómicron se originó en un entorno muy especial. Seguramente entre personas inmunodeprimidas, por ejemplo en algún poblado subsahariano con alta incidencia de SIDA.

– Allí más de 8 millones de personas con SIDA no reciben tratamiento alguno con antiretrovirales.

  Y en personas jóvenes inmunodeprimidas la infección por SARS-CoV-2 puede durar muchos meses.

– También es fácil que en semejante entorno se produzcan reinfecciones desde otras personas también inmunodeprimidas.

  Y en semejante ambiente el SARS-CoV-2 poco a poco podría acumular tantas mutaciones.

– Otra posibilidad es que esta variante haya acumulado sus mutaciones en alguno de los muchos animales que se contagian del SARS-CoV-2.

Ómicron es un enemigo temible

Aún no lo sabemos. Pero estamos seguros que Ómicron puede ser un enemigo temible.

Para colmo estamos en medio de unas circunstancias que hacen que la aparición de una variante como Ómicron en este momento pueda desencadenar una tormenta perfecta de infectados.

– En primer lugar está la elevadísima infectividad de la variante Ómicron.

            Solo con que sus tasas de infección sean al menos un 50% mayores que las de la variante Delta, el número de infectados crecerá enormemente.

– A esta altísima infectividad se unen las fiestas navideñas, sin duda la época del año en que somos más propensos al contacto social.

  Nos reuniremos con familiares y amigos en grupos más o menos grandes. Y nos infectaremos masivamente.

– Para colmo el invierno dificulta que nuestras reuniones ocurran en el exterior e incluso que ventilemos adecuadamente los interiores.

Todo esto juega a favor del coronavirus.

Estamos muy cansados, pero éste es el peor momento para descuidarse

Después de tanto tiempo de pandemia también estamos bajando la guardia.

No podemos estar siempre vigilando al 100% y, aunque solo sea por descuido, en algún momento podemos “meter la pata”. Pero debemos saber que éste es el peor momento para hacerlo.

Tampoco podemos olvidar que apostamos por las vacunas como la principal herramienta para luchar contra el coronavirus. Y tal y como fue la dinámica de la vacunación en nuestro país (mucho mejor en el resto de nuestros vecinos) en estos momentos hay personas a las que se administró la segunda dosis hace ya 5 o 6 meses.

Los vacunados hace 6 meses son ahora vulnerables

Mientras estas personas esperan por una tercera dosis, su protección vacunal frente a Ómicron es baja y son muy vulnerables.

Algunos expertos del Reino Unido piensan que nos enfrentamos a una doble pandemia.

La variante Delta aún sigue aumentando la frecuencia de sus contagios mientras que ómicron se extiende aún más rápidamente. Se puede producir la suma de infectados por dos variantes muy diferentes.

También preocupa lo que puede ocurrir con la gripe.

El invierno pasado tuvimos suerte. Pero si se desata una pandemia de gripe para enero, el colapso de los hospitales estará asegurado.

Es hora de volver a extremar las precauciones

Es duro decirlo y demasiada gente prefiere no escucharlo, pero probablemente desde los días de la primera ola de Covid-19, cuando no había suficientes mascarillas, ni EPIS, ni vacunas, ni fármacos, ni demasiados conocimientos y los muertos se acumulaban en espera de que los sepultasen sin la presencia de los suyos, nunca estuvimos ante tan malas perspectivas en cuestión de contagios.

Cansados de las restricciones que el coronavirus introdujo en nuestras vidas, muchos de los gobiernos occidentales apuestan por las vacunas como la herramienta esencial para acabar con la Covid-19.

Sin duda las vacunas son una herramienta formidable. Son necesarias para derrotar al coronavirus. Pero seguramente no sean suficientes. Sin duda es el momento de volver a extremar al máximo las precauciones.

Pero no todo es malo.

Se puede esperar lo mejor, pero hay que prepararse para lo peor: Es lo inteligente

Cada vez hay más indicios que apuntan a que la variante Ómicron produce una enfermedad más benigna que las otras variantes.

De hecho, y con la decisiva colaboración de una elevada cobertura vacunal, aunque tenemos aproximadamente el doble de infectados que en las mismas fechas del pasado año, la presión hospitalaria es mucho menor.

Los casos de Covid-19 más graves se han reducido en gran medida, lo mismo que las muertes.

Son buenas noticias.

En este contexto esperemos lo mejor. Pero sigamos preparándonos para lo peor.