A principios siglo XX un barco cargado a tope con seda navegaba rumbo a Barcelona. Era de una familia adinerada que había invertido en aquella operación toda su fortuna. Al navío lo asaltaron los piratas.La familia catalana pasó de adinerada a pobre. Murió el dueño de un infarto, quizás con el disgusto, pero su mujer sola y con un hijo salió adelante. La que había sido gran señora se hizo obrera, sirvienta, chica de los recados para atender al niño.

Cuando me lo cuentan pienso en las mujeres de mi barrio, en su lucha. Ellas ya habían nacido pobres pero el mérito es el mismo: las señoras Rupertas, Emilias, Silas, Gloria (la madre de Severino)…son un ejemplo de lucha y vida. Las recuerdo con cariño y escribo sus nombres en plural porque va por todas, incluso las que no nombro y están en el mundo entero. El mérito es idéntico, repito, pero quizás más fácil lo tuvieron las que como las de San Bartolomé casi “xa nacerán afeitas” y estaban más acostumbradas a pasar penurias.

Ramón era hijo de la viuda que había sido rica y demostró desde pequeño ser un prodigio de ingenio, de honradez y sobre todo de bondad. Aquel hombre hambriento para Ramón no tenía color político. Solo era un hombre con hambre y que pasaba frío. Lo ayudó a seguir viviendo. España era una guerra.

Antes ya había creado y dirigido películas, inventando radios de galena que le permitían escuchar sesiones de ópera e invitar a los amigos. No tenía dinero pero era rico en el saber. Y eso no lo pueden robar los piratas.

En su película “Ama a tu Mujer”, casi sin medios, pero con su gran inteligencia, creó unos efectos especiales muy vanguardistas. Los originales de sus películas están en el archivo del museo del cine de Cataluña por ser parte importante de los inicios del cine en España.

Admiro al pueblo catalán, no sólo por saber guardar estas historias sino porque sé cómo trabajan, lo he hecho con ellos. Y también soy apasionado de su historia, es admirable el funcionamiento Confederación Aragonesa de la que Cataluña era parte. Hace bastantes años he visto coches con letreros en el cristal trasero que decían: yo no compro productos catalanes, ¿y tú? No me gusta ese tipo de gente porque promueve odio en su caminar. Aquel letrero era eso. Lo mismo a mi entender que otras posturas y otras posiciones que parece que quieren votos de aquí llevando a la gente al odio a los de allí. Son como los que llevan carteles en el trasero. Creo que política es pactar, dialogar, apaciguar y buscar una salida a una situación en la que muchos tiraron la primera piedra. Cuando la alternativa está entre la palabra u otra forma de proceder muy mala para todos e incierta, los que nos dirigen deberían pensar más en dialogar sin pausa.

Un día Ramón encontró al hombre al que había salvado cuando España era una guerra, dado de comer, albergue y refugio. Ese día quizás también empezaron a llegar a Tui para quedarse dos familias: la del doctor Rosell y la de Don Ramón Daga.

En nuestra ciudad algunos, hoy muy mayores, vestíamos pantalón corto y bata blanca para ir a marcar letras escritas con papel de lija en la clase de Sor Asunción.

No sé si aquello era muy moderno pero sirve para recordar con cariño a aquella monja. Mi hermana Marita me lo agradecerá.