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Los depuradores creen positivo que las cofradías reconozcan un «problema estructural» en el marisqueo

Agade lo considera un primer paso para tratar de revertir la «desastrosa» situación actual

La depuración advierte de que «será muy difícil recuperar la cuota de mercado perdida» por Galicia

Una mariscadora en O Grove, donde el sector se acogió a seis meses de inactividad para tratar de recuperar sus bancos.

Una mariscadora en O Grove, donde el sector se acogió a seis meses de inactividad para tratar de recuperar sus bancos. / Paco Luna

Manuel Méndez

Manuel Méndez

Arousa

Los empresarios consultados en el seno de la Asociación Gallega de Depuradores de Moluscos (Agade) consideran «un avance importante» que las cofradías de pescadores «reconozcan ahora el problema estructural que afecta al marisqueo desde hace años».

El mismo que ha propiciado «no solo la pérdida de productividad de las rías, sino la consolidación en los mercados de producto de otros países, que han sabido aprovechar el desabastecimiento padecido en Galicia durante los últimos años», sostienen los depuradores de moluscos.

Tanto es así que «ahora los mercados están totalmente copados por bivalvo foráneo, por lo que será muy difícil recuperar el terreno perdido por los productores gallegos», proclaman los empresarios de la depuración.

Hacen estas reflexiones después de que la Federación de Cofradías de Pescadores de Pontevedra y la Asociación Gallega de Comercializadores de Marisco (Agacomar) dijeran buscar conjuntamente soluciones con las que «hacer frente a la alarmante situación del marisqueo» y subsanar sus «debilidades, tanto desde el punto de vista productivo como del organizativo o el administrativo».

Una mariscadora
recogiendo
almeja.
|  Paco Luna

Una mariscadora recogiendo almeja. / Paco Luna

Tras diversos encuentros entre esas dos entidades concluyeron que «la situación es de tal gravedad que urge analizarla con detalle» y «realizar un análisis profundo del actual sistema de gestión del marisqueo que permita sentar las bases para su resiliencia».

Esto es tanto como reconocer «que el modelo de gestión marisquera está agotado, y eso es lo mismo que llevamos años planteando desde Agade», aclaran sus miembros al ser preguntados por el posicionamiento de Agacomar y la Federación de Cofradías.

De ahí que los depuradores se feliciten por ello, al considerar que «si las propias cofradías reconocen que hay que mover ficha y hacer algo para reflotar el marisqueo, no cabe duda de que puede ser un primer paso para revertir la situación actual, y bienvenido sea».

Al igual que se alegran en Agade de que se apele a la necesidad de que todos los eslabones de la cadena mar-industria trabajen conjuntamente, aunque dejando claro que «en lo que concierne a los depuradores, desconocemos el contenido de esas conversaciones mantenidas entre cofradías y comercializadores, ya que no han hablado con nosotros».

Sea como fuere se muestran dispuestos a aportar, aunque dejando claro que el necesario consenso debe buscarse igualmente con el sector transformador (conserveras) y los congelados.

Consellería do Mar

«Pero lo más importantes es que las cofradías y agrupaciones de marisqueo recapaciten y cambien de rumbo en lugar de estar siempre a expensas de las ayudas económicas de la Administración por ceses de actividad u otros conceptos –advierten–, pues no hay que olvidar que la Consellería do Mar ya les da terrenos en los que trabajar, les entrega semilla de bivalvos y les brinda vigilancia y apoyo técnico, científico y tecnológico».

Quizás haya que trabajar mucho más o de otro modo y regenerar las zonas improductivas, oxigenar el substrato, luchar contra los depredadores, y en definitiva, ‘labrar’ el mar, porque año tras año la producción baja y los competidores aumentan

Tito Fariña

— Presidente de Agade

Tiene esto mucho que ver con el planteamiento de Agacomar y la Federación de Cofradías cuando dicen, por ejemplo, que es «muy necesario el diseño urgente de medidas que, en lo posible, contribuyan a evitar la constante sangría de personas que abandonan el marisqueo» y propicien «el mantenimiento de las actividades complementarias, pues Galicia no se puede permitir perder un sector de esta magnitud».

Lo que pretenden las cofradías es determinar y corregir las causas que llevaron al marisqueo al borde del precipicio, concretando «por qué tuvo tan poca capacidad de resistencia ante los fenómenos adversos de estos últimos años».

Al hablar de «fenómenos adversos» parecen referirse, sin citarlos, al aumento de la temperatura del agua, el descenso de la salinidad, las riadas, la proliferación de depredadores, plagas como la Marteilia y otras complicaciones que han mermado la producción de almeja y berberecho.

Marisqueo a pie en la ría
de Arousa. 
 |  Paco Luna

Marisqueo a pie en la ría de Arousa. / Paco Luna

Aunque también cabe incluir en ese mismo lote de adversidades tanto a la pesca ilegal y/o furtivismo como la sobreexplotación de bancos o el fracasado modelo de gestión marisquera impulsado en determinados lugares por las propias cofradías, como sucedió en Arousa con la explotación de las zonas de libre marisqueo de Os Lombos do Ulla, O Bohído y Cabío.

Llegados a este extremo, y volviendo al posicionamiento de los depuradores de moluscos, no está de más recordar que desde Agade ya plantearon hace muchos años que el sector productor debería «cambiar su forma de gestionar los bancos marisqueros».

Era Tito Fariña, en calidad de presidente de la depuración, quien lanzaba ese mensaje, desde el convencimiento de que «resulta indispensable desarrollar una hoja de ruta participada por la Xunta y las cofradías para aumentar la productividad de los bancos marisqueros y poner en valor las zonas que no son productivas».

Hay que aplicar un cambio de filosofía y que las cofradías sepan adaptarse a unas tendencias de mercado cada vez más complejas, porque si los métodos de trabajo no se adaptan a las condiciones actuales de consumo no hay nada que hacer

Unas declaraciones que fueron duramente criticadas en su momento por algunos patrones mayores, si bien es cierto que, en lo sustancial, venían a proponer lo mismo que ahora plantean cofradías y comercializadores: un cambio de rumbo.

En una entrevista concedida a FARO en septiembre de 2021, el propio Tito Fariña explicaba: «Llevamos muchos años pidiendo a las cofradías que gestionen el libre marisqueo pensando en la temporada de verano, porque es muchísimo más potente y de nada vale tener una superproducción de almeja y berberecho en noviembre o marzo, cuando en realidad el mercado demanda esos productos entre junio y agosto».

De ahí que sugiriera «aplicar un cambio de filosofía y que las cofradías sepan adaptarse a unas tendencias de mercado cada vez más complejas, porque si los métodos de trabajo no se adaptan a las condiciones actuales de consumo no hay nada que hacer».

Una vieja advertencia

Lo que quería decir es que «no se puede aguantar el marisco en las playas esperando a que suban las cotizaciones y arriesgándose a que lo mate un temporal, una toxina o cualquier otro episodio, pues es una práctica arriesgada y, a la postre, quien sale perdiendo es el propio mariscador».

Reflexiones, hay que insistir, realizadas por el presidente de Agade en 2021, es decir, antes de que el duro invierno de 2023 lo empeorara todo mucho más y diera la puntilla a buena parte de las cofradías y agrupaciones de marisqueo arousanas.

Ahora son cada vez más los bancos en los que ni siquiera hay marisco que gestionar, por lo que todos los actores implicados en la cadena mar-industria urgen acciones, incluida la reestructuración del marisqueo que plantean la Federación de Cofradías de Pontevedra y Agacomar.

«Quizás haya que trabajar mucho más o de otro modo y regenerar las zonas improductivas, oxigenar el substrato, luchar contra los depredadores, y en definitiva, ‘labrar’ el mar, porque año tras año la producción baja y los competidores aumentan», advertía Tito Fariña en 2021.

Más recientemente, el año pasado, los depuradores de moluscos bivalvos de Galicia insistían en pedir a las cofradías y agrupaciones de mariscadores «una mejor interpretación del medio y del laboreo en las zonas productivas».

Creían «más necesario que nunca un cambio de estrategia», con el objetivo de «poner en valor zonas improductivas y hacer una profunda reflexión sobre qué está sucediendo en ellas».

Incluso argumentaban que el preocupante estado de zonas que antaño fueron auténticos paraísos para el marisqueo, como Os Lombos do Ulla, nada tenía que ver con el «excelente estado de salud» de otras como las explotadas por la cofradía de Noia.

Mariscadores realizando labores de mantenimiento en sus bancos.

Mariscadores realizando labores de mantenimiento en sus bancos. / Paco Luna

Lo que querían decir con esto es que el declive de los bancos de libre marisqueo en Arousa «no puede achacarse únicamente a causas medioambientales o al cambio climático».

Algo en lo que ahora abunda la Federación de Cofradías de Pontevedra, cuando dice que «el marisqueo es un enfermo que requiere de actuaciones rápidas que, al menos, lo mantengan en pie», a la espera de soluciones más ambiciosas y avaladas científicamente que ayuden a «curarlo y fortalecerlo».

Dicho de otro modo, que «si bien la Administración gallega habilitó líneas de ayudas de urgencia para el sector marisquero –reconoce y agradece la propia Federación–, esa no puede ni debe ser la solución a la actual problemática del sector, sino que el marisqueo gallego, por sí mismo, debe ser capaz de aportar a los mariscadores unos niveles de ingreso dignos y acordes a su trabajo, como tradicionalmente venía ocurriendo».

«No hay marisco, pero sí furtivos»

«Se dice que no hay marisco, y es cierto, porque la ría ya no produce como lo hacía, pero aún así siguen apareciendo sacos y más sacos de almeja ilegal», lamentan los depuradores de moluscos.

Se refieren así a los últimos decomisos realizados por Gardacostas de Galicia, de los que informó FARO DE VIGO el domingo.

Más concretamente, al operativo registrado el miércoles pasado en los pantalanes del muelle de O Xufre (A Illa), donde seis buzos del buque «Irmáns García Nodal» y cuatro de la Guardia Civil sacaron a la superficie tres viveros, 69 sacos y tres saquetes que contenían nada menos que 184 kilos de almeja rubia, 1,5 de coquina, la misma cantidad de ameixón, 4,5 de carneiro y 112,5 de japónica, además de 78,5 de centolla ovada.

Y ese es solo un ejemplo del daño que causa el furtivismo a las rías. «Es evidente que las riadas y los depredadores pueden causar un daño inmenso en los bancos marisqueros, pero también lo es que en el propio sector haya gente empeñada en destruirlo con prácticas furtivas», sentencian en el seno de Agade.

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