El Refugio de Cambados detecta un descenso en el abandono de perros
Las dependencias para cánidos no se encuentran colapsadas como en épocas anteriores | Costa denuncia que sí ha sufrido un repunte el número de gatos que tienen que atender

Olga Costa junto a una camada de perros en el Refugio de Cambados. / Iñaki Abella
A. G.
La concienciación y las leyes de bienestar animal parece que están comenzando a dar sus frutos, frenando el abandono de perros, una mala costumbre que provocaba el colapso de instalaciones como la del Refugio de Cambados. Este año, tras un verano que su máxima responsable, Olga Costa, temía, se han encontrado con la sorpresa positiva de que el número de cánidos abandonados ha descendido de forma drástica, aunque la negativa es que todavía se registra alguno. La propia Costa reconoce que «otros años, a estas alturas, tendríamos el refugio totalmente colapsado, algo que no ha ocurrido este año, no solo por la caída en el número de abandonos, sino también por la colaboración que estamos encontrando de la gente, contando con el apoyo de varias casas de acogida». No en vano, los tentáculos de la colaboración con el refugio cambadés llegan hasta Alemania, donde cuentan con una asociación, con casas de acogida y con personas dispuestas a adoptar a los animales.
A diferencia de los cánidos, donde si se está generando un grave problema es con las colonias felinas y los problemas que está generando la falta de control de las mismas y la aparición de la panleucopenia felina. De esta situación, Costa responsabiliza en gran parte a los concellos, que no están cumpliendo la Ley de Bienestar Animal que les obliga a financiar la castración de las colonias callejeras. La responsable del refugio pone de ejemplos de gestión a A Illa, municipio que se está implicando en el control de las colonias felinas en colaboración con el colectivo Gatiños, y a Cambados «porque estamos nosotros, que sufragamos los gastos de castración y de manutención de los animales y contamos con el apoyo de un buen número de personas anónimas que colaboran». El resto de municipios de su área se estarían desatendiendo de sus obligaciones. Un ejemplo de ello es Vilanova, del que se ha quejado abiertamente el refugio, pero también Meaño, «desde donde nos llegan constantemente animales atropellados, lo que implica un severo gasto económico para su curación».
Costa entiende que son municipios pequeños, con límite en el presupuesto que manejan «pero hay que buscar el dinero para estos tratamientos y para frenar los individuos de cada camada antes de que se conviertan en un problema y, para ello, pueden solicitar las ayudas de la Fegamp, algo que no están haciendo». Insiste en que «si todos colaboramos sería mucho más fácil y no nos encontraríamos con el rompedero de cabeza que están generando los gatos que malviven en las calles, donde si no se ejerce un control, podemos pasar de cinco a treinta felinos en tan solo unos meses». Mantiene que este problema «debe ser atajado de raíz y no todos los concellos están concienciados al respecto». También reclama concienciación a los propietarios de gatos domésticos ya que «muchas veces, su falta de control es la que está generando el problema».
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