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Un talento deportivo heredado que pasa de golpe de pedal a lanzamiento de jabalina

De la bicicleta a la jabalina, la familia encabezada por César Ruiz vuelve a escribir una página brillante del deporte de Vilagarcía. Gustavo César Veloso, uno de los más grandes del ciclismo gallego, ve ahora como su hijo Álex destaca como campeón en lanzamiento de jabalina. Distintos escenarios, mismos genes.

Gustavo César Veloso y su hijo Álex han hecho de la bicicleta y la jabalina las herramientas de sus sueños y realidades deportivas.

Gustavo César Veloso y su hijo Álex han hecho de la bicicleta y la jabalina las herramientas de sus sueños y realidades deportivas. / Iñaki Abella

Vilagarcía

La historia deportiva de Gustavo César Veloso forma parte del patrimonio deportivo gallego. El vilagarciano, retirado hace apenas unos años, es uno de los ciclistas autonómicos más laureados: dos victorias absolutas en la Volta a Portugal, una etapa ganada en la Vuelta a España, y un triunfo en la Volta a Cataluña resumen una carrera profesional marcada por el esfuerzo y la constancia.

Hoy, alejado de la competición pero muy ligado al ciclismo como director deportivo del equipo portugués Mortágua, Veloso vive con orgullo una nueva etapa: ver cómo su hijo Álex César Ruiz, de 17 años, se abre camino en el deporte por una senda muy distinta, la del atletismo.

Álex es actualmente campeón gallego sub-18 de lanzamiento de jabalina, posee el récord autonómico con 66,49 metros y ha sido internacional por España, tras representar al país en el Campeonato Iberoamericano celebrado en Paraguay. «El mérito es llegar allí. Más que el resultado, me quedo con la experiencia y con haber podido competir a ese nivel  l», explica el joven atleta del Club Atletismo Mazí, entrenado por Isidro Fernández en Fontecarmoa.

Álex con su entrenador Isidro Fernández tras batir el récord gallego de lanzamiento sub 18.

Álex con su entrenador Isidro Fernández tras batir el récord gallego de lanzamiento sub 18. / Cedida

La conexión entre padre e hijo nace del amor por el deporte, pero no de la imposición. «El ciclismo me gusta, pero no me llama tanto. Tenerlo tan presente en casa habría sido vivirlo todos los días. El deporte se elige, no se hereda», afirma Álex, que descubrió el atletismo de forma casual.

«En 2015 mis padres me apuntaron a un campus de verano de atletismo y ahí empezó todo. Me gustaba correr y probar todas las pruebas. Durante la pandemia, desde casa, empecé a lanzar palos en la finca y a documentarme sobre la jabalina. Al año siguiente ya entrenaba en serio», recuerda.

Hoy entrena cuatro o cinco días por semana en Fontecarmoa, alternando sesiones de fuerza, técnica y velocidad. En 2024 se proclamó doble campeón gallego sub-18, tanto en lanzamientos largos como al aire libre, y ya compite con la jabalina de 800 gramos propia de la categoría sub-20. «El cambio se nota sobre todo en la longitud y el diseño. Es más pesada y aerodinámica, pero me adapto bien. Mi objetivo es estar en el Nacional absoluto», apunta.

En casa de los Veloso, el deporte se respira por los cuatro costados. Gustavo y su esposa Begoña siempre fomentaron la actividad física, pero sin imponer. «Educar en el deporte no es obligar a hacer el que tú quieres, sino dejar que tus hijos descubran lo que les apasiona. Yo le preguntaba a Álex qué quería probar, y si se desmotivaba, cambiábamos. Lo importante es que haga deporte», explica el exciclista.

Gustavo César fue dos veces campeón de la Volta a Portugal, entre otros grandes logros.

Gustavo César fue dos veces campeón de la Volta a Portugal, entre otros grandes logros. / Iñaki Abella

De niño, Álex practicó natación, tenis de mesa y atletismo, y su hermano pequeño, Iago, de 15 años, juega al voleibol en un club de Pontevedra. «Si hubiese insistido en que se metiera en ciclismo, quizás hoy estaría compitiendo en bici, pero siempre tuve claro que lo importante es que disfruten», añade Gustavo, que también recuerda con cariño sus inicios en el Club Ciclista Cambados, donde fue campeón gallego juvenil de ruta y contrarreloj a la misma edad actual que su primogénito.

Desde su papel actual como director deportivo, Veloso compagina las tareas del equipo portugués «compras, fichajes, diseño de ropa, planificación, entrenamientos, concentraciones…» con el orgullo de ver crecer a sus hijos. «Como cualquier padre, me siento orgulloso, pero lo que quiero es que disfrute. Sé lo que supone dedicarse al deporte y le ayudo en lo que puedo, sobre todo cuando surgen situaciones difíciles o momentos de presión».

Destaca especialmente el patriarca de la familia la capacidad de trabajo y disciplina de Álex: «Es muy trabajador, no falta nunca a un entrenamiento. A veces hay que frenarlo. Es autoexigente, buen estudiante y muy organizado. No sé hasta dónde llegará lanzando, pero sé que pondrá todo de su parte, y eso es lo más importante».

La capacidad de trabajo es la cualidad que más destaca el padre de su hijo.

La capacidad de trabajo es la cualidad que más destaca el padre de su hijo. / Iñaki Abella

Álex cursa 2º de Bachillerato en el IES Castro Alobre y ya tiene claro su futuro: «Quiero estudiar Ciencias de la Actividad Física y del Deporte. Hay que organizarse bien para que dé tiempo a todo: los estudios y el entrenamiento».

Aunque sus caminos deportivos sean diferentes, padre e hijo comparten la misma filosofía: trabajo, humildad y pasión por el deporte. Gustavo lo resume con la serenidad de quien sabe lo que cuesta llegar lejos: «No me gusta meter presión. Si no hubiese sido campeón gallego, estaría igual de orgulloso de ser su padre. Lo importante es que, los dos, sean buenas personas, que disfruten y que trabajen con ilusión».

Álex, por su parte, también lo tiene claro: «Puede haber genética, pero lo importante es trabajar cada día. Los sueños los tiene cualquiera; los objetivos hay que ganárselos poco a poco».

Así, la familia Veloso-Ruiz demuestra que el talento deportivo no siempre se hereda en la misma disciplina, pero sí se transmite en valores. Porque el espíritu competitivo y la pasión por el deporte —ya sea sobre una bicicleta o lanzando una jabalina— siguen muy vivos en Vilagarcía.

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