Entrevista | Paula Bello Truanes Logopeda
«La tartamudez sigue siendo un tema rodeado de estigma y desconocimiento»
El 22 de octubre se celebra el Día Internacional de la Tartamudez o también conocido como Día Internacional de la Conciencia del Tartamudeo, como una fecha de apoyo a las personas que padecen esta condición y que a veces no encuentran los apoyos suficientes para desenvolverse normalmente en su día a día. La logopeda vilagarciana Paula Bello ahonda sobre un tema más común de lo que se cree.

Paula Bello durante una de las formaciones dadas en el Hospital Álvaro Cunqueiro. | Cedida
En el Día Internacional de la Conciencia del Tartamudeo, la logopeda vilagarciana Paula Bello, que ejerce en el Hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo, expone la realidad de este trastorno de la fluidez del habla que requiere mucha normalización y apoyo.
¿Qué es la tartamudez desde el punto de vista logopédico?
La tartamudez es un trastorno de la fluidez del habla que se caracteriza por interrupciones involuntarias en el ritmo del habla, como repeticiones, bloqueos o prolongaciones de sonidos. No se trata de un problema de inteligencia ni de personalidad, sino de una dificultad en la coordinación motora del habla. Desde la logopedia, lo abordamos como una alteración compleja que implica factores lingüísticos, emocionales y comunicativos.
¿Por qué aparece este problema? ¿Tiene que ver con causas neurológicas, emocionales o genéticas?
La tartamudez tiene un origen multifactorial. Hoy sabemos que existe una base neurológica y genética, hay recientes estudios de resonancia magnética nuclear que muestran alteraciones en la programación motora del habla. Aunque las emociones no son la causa, pero sí pueden influir en la intensidad de la tartamudez. Por eso, el abordaje logopédico debe contemplar tanto la parte técnica del habla como el componente emocional.
¿Hay factores de riesgo identificables en la infancia?
Sí. El principal es tener antecedentes familiares de tartamudez, pero también pueden influir un desarrollo del lenguaje muy rápido, un temperamento sensible o perfeccionista y entornos comunicativos con mucha presión o corrección. Detectar estos signos a tiempo permite intervenir antes de que se consolide el patrón disfluente y prevenir el impacto emocional.
¿Puede surgir en edad adulta?
La forma más habitual aparece en la infancia, entre los 2 y 6 años, coincidiendo con la explosión del lenguaje. Sin embargo, también puede surgir en la edad adulta debido a lesiones neurológicas (tartamudez adquirida) o a situaciones de alto estrés emocional (tartamudez psicógena). En estos casos, el enfoque terapéutico es diferente y debe adaptarse a la causa subyacente.
¿Qué importancia tiene la detección precoz?
Es fundamental. Cuanto antes se intervenga, mayores son las posibilidades de mejora. La detección precoz evita que la tartamudez se consolide como un patrón estable y ayuda al niño a desarrollar una relación más tranquila con su habla. Además, previene la aparición de miedo, vergüenza o evitación, que son los factores que más limitan la comunicación a largo plazo.
¿Cuáles son los principales errores que se cometen en las familias al intentar ayudar a un menor que tartamudea?
Con la mejor intención, muchas familias corrigen al niño, le piden que hable despacio o repita, o incluso terminan sus frases. Todo esto aumenta la tensión y refuerza la sensación de dificultad. Lo más importante es escuchar sin prisa, mantener el contacto visual, no interrumpir y transmitir calma. El objetivo es que el niño sienta que lo importante es lo que dice, no cómo lo dice.
¿Cómo se trabaja desde la logopedia?
El tratamiento logopédico se adapta a la edad, el tipo de tartamudez y las necesidades de cada persona. Trabajamos en tres grandes líneas que son la fluidez del habla: control respiratorio, ritmo, coordinación; actitudes y emociones asociadas a la comunicación; y entorno familiar y escolar, que juega un papel clave en la mejora. El trabajo es progresivo y busca que la persona gane seguridad, no solo que hable con más fluidez.
¿En qué consiste una sesión básica de intervención?
En niños pequeños, las sesiones suelen centrarse en el juego comunicativo y la interacción relajada, más que en la corrección directa del habla. En adolescentes o adultos, se incorporan técnicas de habla suave, control respiratorio, desensibilización ante situaciones difíciles y entrenamiento en comunicación. También se trabaja la autoaceptación y el manejo de la ansiedad para reducir la tensión al hablar, es una patología que se trabaja en equipo transdiciplinar logopedia y psicología.
¿Se puede curar o se aprende a convivir con ella?
No se puede hablar de «curación» en sentido estricto, pero sí de mejora muy significativa. Muchos niños dejan de tartamudear tras una intervención temprana. En otros casos, se aprende a gestionar la tartamudez de forma funcional, logrando una comunicación eficaz y segura. Lo importante es aceptar la diversidad del habla y empoderar a la persona para comunicarse sin miedo y escuchar con más paciencia.
«Se debe enseñar a escuchar con respeto»
Lo que está claro es que es un problema muy estigmatizante. ¿Habría que hacer hincapié en la normalización en los entornos?
Totalmente. La tartamudez sigue siendo un tema rodeado de estigma y desconocimiento. La normalización es clave: hablar del tema, incluir referentes que tartamudean en medios o en la escuela, y enseñar a escuchar con paciencia y respeto. La fluidez no define el valor de una persona ni su capacidad para comunicarse.
¿Hay diferentes tipos de tartamudez?
Sí, la fluidez puede variar mucho según el contexto. Muchas personas hablan con total naturalidad en privado, pero tartamudean más en público, al teléfono o en situaciones de presión. No es una «tartamudez distinta», sino una reacción de tensión o miedo anticipado. Por eso el trabajo emocional y la exposición progresiva a esas situaciones son parte esencial del tratamiento que se tiene que aplicar.
¿Qué mensaje le daría a las familias?
Que la tartamudez no es culpa de nadie, y que la comprensión y la paciencia son la mejor ayuda. Con el acompañamiento adecuado, el apoyo familiar y la intervención logopédica, la mayoría de las personas logran una comunicación mucho más fluida y segura. Lo importante no es eliminar cada bloqueo, sino ayudar a que la persona se sienta libre para hablar. La tartamudez no define a la persona, pero invita a escuchar mejor.
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