Juan García, galaico y neoyorkino

Busto de Juan García. | FdV
Luis Silva-villar
En una reciente colaboración, escrita con el deseo de promover un bicentenario bien merecido a Juan García, o John Garcia, para los de la otra costa, la neoyorquina, dejamos pendientes de desarrollo algunos asuntos. Lo prometido es deuda (El bicentenario de Juan García, Faro de Vigo 16-08-2025).
Con el espíritu transformador de Juan García, la ciudad de Vilagarcía se vio revitalizada. Ante nuestros ojos queda una parte de la tarea realizada, pendiente de mostrarse, otra. Donde abunda la vana figuración, nuestro insigne representado invierte de su propio peculio para llevar a cabo la edificación del Salón García; sabemos, además, que destina de 60.000 a 70.000 pesos para construir el hotel de sus sueños en la calle del Medio, no llegando a materializarse por desacuerdos sobre su rentabilidad. Finalmente, añade a la ordenación del trazado urbanístico su propia mansión-palacio en la avenida da Mariña.
Un busto del empresario se realizó con el fin de adornar el Salón García; después pararía en su residencia de la avenida da Mariña, para acabar en una estancia de la familia. El Salón cumple su misión aún hoy como hemos podido comprobar recientemente tras asistir a un concierto de Arosa Bay a sala llena. Es parte viva de la vida comunitaria. Juan García estaría feliz y satisfecho de haber podido contribuir a ello: porque no había un lugar público para reunirse hasta que llegó él.
No contento con estos desafíos, Juan García estuvo siempre predispuesto para potenciar Galicia y engrandecerla. Con mayor énfasis aún, tras su jubilación en 1864 de la compañía familiar, la ya mencionada P. Harmony´s Nephews and Co.
Leemos en la Gaceta de Galicia del dos de agosto de 1881, con motivo de la visita del rey Alfonso XII y la reina María Cristina, algunas contribuciones de mérito. Para el acontecimiento, se prepararon los aposentos de los reyes en el palacio consistorial de Santiago. Juan participó llevando sillería y divanes, y todo tipo de objetos decorativos, comida (embutidos), etc. Para embellecer el interior, entre ventanas «figuraba (de su propiedad) un elegante secreter en cuyo copete se hallaban las iniciales M.C. del nombre de Su Magestad (sic) la Reina». Las iniciales eran de «quita-y-pon» y volvieron a las correspondientes de la familia tras la visita. Se menciona que también aportó un «entredós con cubierta de mármol blanco conteniendo dos preciosos candelabros de plata y un reloj notabilísimo de D. José Sierra». Se jugaba mucho y fuerte en esos años: nada menos que conseguir que el rey adoptase Galicia como zona de estancia regular y esparcimiento: una ampliación de la corte con todo lo que conllevaba. Implicaba la puesta al día de servicios de comunicación (carreteras, ferrocarril) y modernidad general. Esto es, poner el desarrollo regional a la altura y valor del Estado.
Una de las maneras de saber de un personaje del pasado es a través de la redacción de su testamento. Allí afloran los lazos y las raíces con que cuenta cada uno en tan trascendental momento. Juan García escribe el documento legal en 1877, tras la muerte de su hermano Ramón: Raymond para los de Manhattan.
Una peritonitis le sorprende en 1884 en uno de los hoteles Delmónico de NY en los que vivía habitual e itinerantemente, y desde donde fue trasladado a la residencia de su hermano Miguel en el número 291 de la Quinta Avenida. Los obituarios de la ciudad se llenan de elogios en los que se recogen la profunda vinculación con la ciudad. Juan García se encuentra actualmente enterrado en el cementerio de la antigua catedral católica de San Patricio, Nueva York.
La primera persona en aparecer en el testamento es Felipe Mayo, el cura párroco de Caldas, le hace entrega personal de dos mil dólares como «señal de amistad y estima». La relación con Caldas está pendiente de investigación, aunque muestra el apego con la Galicia que le vio nacer. La segunda beneficiada es Louise Fijux, a la que entrega veinte mil dólares y le concede mientras viva el uso de su casa en Elizabeth, Nueva Jersey. La relación con ella hay que entenderla de la mayor importancia y pasa directamente al capítulo de los misterios.
A Amalia y Antonio, del servicio de la casa de su hermana Carmen en Santiago, les deja una cantidad significativa, lo que sugiere que la visitaba regularmente. La ausencia de alguno de sus allegados más próximos indica su posible defunción, la de su hermano Francisco por poner un ejemplo. Sus sobrinos García Ravina y su primo Peter de Flórez son beneficiarios también, así como su amigo William H. Speer, que será albacea del testamento junto a su hermano Miguel.
A su hermana Carmen, viuda de Jaime Martínez, pasarán sus propiedades en Galicia, y el resto se repartirá a partes iguales entre ella y su hermano Miguel. Podemos concluir que Galicia se beneficia sobremanera de posesiones y propiedades. Nunca se pudo imaginar que su rutinario viaje a Nueva York en 1883 fuese un viaje sin retorno. La despedida estuvo a la altura.
El funeral se realizó en la iglesia de San León Magno. El servicio religioso lo realizó el padre Ducey. Los portadores del féretro fueron John Hoey, I. C. Babcock, John Galway, Eugene Dewey, James F. Wenman, A. Vatable, Juan Barceló y A. Echeverría. Hubo miembros del antiguo Departamento de Bomberos Voluntarios presentes junto con el comisionado Brennan. El cuerpo fue depositado en la cripta de la familia Harman (sic) (por Harmony) en la calle Mott. (New York Tribune 20-05-1884). Recordemos que, aparte de fundador de la compañía NAIAD (HOSE 53), Juan fue miembro de la Compañía de Bomberos Voluntarios de NY y de los comités del Baile de Beneficencia y de la Fundación del Fondo de Bomberos de dicha ciudad. Todo un homenaje a uno de sus miembros más prestigiosos. Contribuyó a recaudaciones fabulosas a lo largo de los años: más de un millón de dólares se calcula.
En Galicia, la noticia se dio en la prensa citándose la coincidencia temporal del fallecimiento de los señores «Ravella, García, y García Mouriño» (Diario de Santiago 1884). Todos hijos de Vilagarcía.
El ámbito personal y varios errores
Juan García no dejó libros escritos y pocas cartas nos han llegado que permitan saber de su persona como ser humano, hablamos de emociones y pasiones. Los periodistas trasmitieron lo que buenamente sabían.Hemos detectado errores de bulto, por ejemplo, se da como fecha de nacimiento un error: 1822. Confunden en la información Puerto de Santa María, Cádiz, ciudad en la que su tío abuelo Pedro Harmony poseía sus bodegas, con Vilagarcía de Arousa (New York Herald 19-05-1884). Pero sí es verdad que visitaba París con frecuencia. Una muy señalada fue la que hizo en 1867 con su madre Joaquina Porto para hacer una sesión de fotos con Numa Blanc, retratista del rey de Prusia. Las imágenes sirvieron para realizar el retrato que le pintó (a ella) Dionisio Fierros y que hoy se exhibe en el Museo de Pontevedra.Deja fotos, retratos, los valores biométricos de sus solicitudes de pasaporte y sus lecturas, que le acompañarán en su regreso a Galicia. En ellas observamos su propia letra con comentarios y segmentos subrayados de gran importancia para comprender su talante y posición frente al matrimonio y su modelo de sociedad ejemplar.
Misterios, secretos e investigación
La atracción por lo desconocido y misterioso es un acicate inagotable para el investigador. Entre los enigmas mayores nos deja el de su soltería. Más, si consideramos que su tío abuelo y fundador de la saga también fue soltero y su propio hermano Miguel. Su tío abuelo Francisco, se casó, pero no tuvo hijos. Con estas expectativas, el nombre de P. Harmony´s Nephews and Co, la compañía de la familia, que sobrevivió hasta 1903, tuvo que sustentarse sobre los hombros de las Nieces o sobrinas (o sobrinas nietas). Y sus felices matrimonios. El sustituto de Pedro Harmony, fundador de la compañía y jefe del clan, quedó atado y casado por el matrimonio con su sobrina Benita Carrió. Su nombre: Leonardo Santos Suárez, que dicho en un brochazo no era cualquiera, le da nombre a uno de los barrios más famosos de la Habana. Celia Cruz nació en él. Otro misterio es cómo es que el pintor y muralista greco-italiano Constantino Brumidi, responsable de pintar la llamada Capilla Sixtina del Capitolio en Washington, se cruzó en el camino de John Garcia y le retrató en 1853. Hoy poseemos un retrato único de Juan García que ni siquiera está catalogado en la colección oficial del artista.
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