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Los delfines vistos en Vilaxoán «piden comida a los humanos»

Achacan a la acción del hombre el errático comportamiento de una hembra y su cría

El BDRI pide que se les deje tranquilos

Preocupación en Arousa por el comportamiento errático de una hembra de delfín y su cría

FdV

Manuel Méndez

Manuel Méndez

Arousa

La presencia de dos delfines mulares –una hembra y su cría– en aguas interiores de dársenas como Vilaxoán, Vilagarcía, Rianxo, A Pobra y O Grove puede estar relacionada con la intervención del ser humano.

Así lo cree Bruno Díaz López, director del Instituto para el Estudio de los Delfines Mulares (BDRI), que tras estudiar vídeos e imágenes de ambos animales desde el pasado mes de agosto concluye que «alguien los alimentó cuando la cría era solo un recién nacido, y eso ha hecho que se acostumbraran a interactuar con el ser humano y a pedirle alimento».

Dicho de otro modo, que «cuando se acercan tanto e incluso silban al lado de las personas que se acercan a ellos en embarcaciones o los observan desde los pantalanes, como sucedió en Vilaxoán, lo que están haciendo los delfines es pedir comida».

Puede parecer algo simpático, pero es extremadamente peligroso e incluso puede llevar a la muerte del ejemplar juvenil, de ahí que desde el BDRI insistan en pedir que se mantengan las distancias y que se evite a toda costa arrojar comida a los arroaces.

Para llegar a dicha conclusión, Bruno Díaz se basa tanto en la observación de los dos ejemplares, «Ladeira» y «Badiña», como en su experiencia estudiando mamíferos marinos en Cerdeña, así como en las investigaciones realizadas por su colega Séverine Methion, que llevó a cabo importantes trabajos en Australia y otras partes del mundo.

«Lo que está sucediendo es que se les dio de comer en alguna ocasión y esa conducta quedó marcada tanto en la hembra como en su cría, de ahí ese extraño comportamiento, ya visto en otras ocasiones, moviéndose por toda la ría y entrando en los puertos para flotar y silbar ante las personas», insiste Bruno Díaz.

Este doctor en Ecología por la Universidad de Burdeos abunda en ello para decir que «es como estar rogando para que les den de comer, de ahí que sea muy importante recordar a la gente que está totalmente prohibido alimentar a animales salvajes».

Lo único que se consigue haciéndolo «es desencadenar un comportamiento impropio de los animales, en este caso los delfines, como ya sucedió con un ejemplar tan conocido en las Rías Baixas como ‘Manoliño’, y todos sabemos que las consecuencias pueden resultar altamente peligrosas e incluso trágicas».

Bruno Díaz insiste así en sus investigaciones en el Mediterráneo, donde «demostramos que la tasa se supervivencia infantil se reduce drásticamente cuando las hembras reciben comida».

Parece ser que «algunas crías fallecieron al cabo de tres o cuatro años porque las madres se vuelven adictas, y al centrarse en pedir comida desatienden a sus crías, de ahí que aumente la mortalidad».

Plenamente convencido de que con los dos delfines vistos en Vilaxoán ayer «estamos ante una situación así», el director del BDRI espeta que «es importante que la gente sea consciente de que puede provocar una conducta anómala que en nada ayuda a la madre ni a la cría».

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