Un patito muy feo en el río Umia
La antigua nave de Alfageme en Ribadumia seguirá abandonada tras fracasar la enésima subasta convocada en el último lustro. Los vecinos lamentan que este bucle de ventas no tenga fin y mientras, esta ruina de 8.000 metros cuadrados, afea la desembocadura del Umia y les causa molestias

Vista de la antigua nave de Alfageme en la desembocadura del Umia. | Noé Parga
La desembocadura del río Umia entre Cambados y Ribadumia es un privilegiado espacio natural y un importante refugio de aves con la más alta protección legislativa. Sin embargo, tiene un patito feo: la antigua nave del que en su día fue un gigante de la conserva, Alfageme.
La Xunta lleva más de un lustro tratando de venderla y hace un par de semanas realizó el enésimo intento con el mismo éxito: la subasta quedó desierta. Ante tantos resultados fallidos, los vecinos de la zona se han lanzado a la queja por el estado de una instalaciones industriales que cuando estaban en marcha tenían su razón de ser en esta ubicación o por lo menos justificación bastante para estar cerca de esta masa de agua.
Las críticas vienen por la mala imagen que ofrece esta mole de fachadas desgastadas y llenas de churretones negros de humedad que se extiende por algo más de 8.000 metros cuadrados en un entorno así. Pero también porque empieza a generar molestias en una zona donde también hay varios negocios de hostelería. De hecho, denuncian falta de limpieza y la proliferación de roedores, asegurando que hasta hace no mucho se realizaban tareas periódicas de mantenimiento y conservación por lo menos una vez al año, pero «ahora ni eso», comenta un vecino de este lugar perteneciente a la parroquia ribadumiense de Sisán.
Y es que hace una década que las instalaciones son pasto del abandono y quienes critican la situación dudan que alguien pueda tener interés en reutilizar un inmueble tan desgastado por el paso del tiempo y temen que este bucle de ventas infructuosas no acabe nunca. Además de que no se trata de un suelo fácil desde el punto de vista urbanístico, pues es rústico común y rústico de especial protección, lo cual limita sus posibilidades.
No obstante, su propietario, el Instituto Galego de Promoción Económica (Igape), no parece tener un plan diferente tras fracasar el quinto intento de vender la nave porque su pretensión es convocar un nuevo proceso próximamente. En esta ocasión salió por un precio mínimo de 518.000 euros y luego se fueron celebrando subastas sucesivas hasta bajar a los 332.090 euros, pero no hubo ofertas. Tampoco cuando en alguno de los procesos anteriores la puso a 200.000 euros.
La intención no es otra que intentar recuperar algo del dinero de los avales que este organismo de la Xunta concedió en su día al grupo en los intentos por reflotar un proyecto económico histórico y evitar la pérdida del centenar de puestos de trabajo que llegó a tener. Sí hubo más suerte con la planta de Vilaxoán, que hace unos años encontró nuevo dueño.
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