Hosteleros y guías del Camiño Portugués se sorprenden por la avalancha de peregrinos
«Como mínimo, son el doble del pasado año», afirma una hostelera de Valga | Destacan que es un viaje asequible y sobre todo seguro

Manuela y Marisol regentan el bar «Buen Camino» que abrieron el año anterior a la pandemia en Valga, en pleno Camino Portugués. / Iñaki Abella

«El número de peregrinos se ha disparado este año». Lo dice Manuela y lo corrobora Marisol, su socia en el bar «Buen Camino» que abrió en 2019, justo antes de la pandemia y que desde muy temprano sirven exquisitas paellas en la terraza situada sobre el Camiño Portugués, a muy pocos pasos de la iglesia neoclásica de San Miguel, uno de los monumentos que sorprenden al viajero.
Los extranjeros son mayoría en la ruta, sobre todo en estos primeros meses del año. «Muchos portugueses, italianos, alemanes, pero también llegan de Sevilla y otras zonas de España», destacan las satisfechas dueñas del establecimiento de hostelería de referencia en el Camino de Valga.
En este punto del Camino descansaban sobre un pequeño muro de sillería Joao y Diogo, bastante tocados por los casi 120 kilómetros que separan Valença do Minho de Santiago de Compostela.

Gran ambiente en los establecimientos de peregrinos de Valga. / Iñaki Abella
«Somos de Oporto y decidimos emprender el Camino como una aventura en nuestra vida. Sin duda que estamos muy contentos del resultado porque el recorrido es realmente muy bonito», explican al unísono al tiempo que Diogo se mantiene descalzo para emprender más tarde la penúltima etapa que pretendían culminar en la «sexta feira», como en Portugal denominan al viernes.
Están convencidos de que Santiago les va a encantar, en especial por el hecho de que es la primera vez que la visitan por lo que se les nota su ansia por llegar a la plaza del Obradoiro, y empaparse con su patrimonio.
Del Camino también les ha llamado especialmente la atención la enorme variedad de personas que realizan este tipo de actividades y con las que coinciden desde que se levantan a las 9 de la mañana. «Es salir de los hostales en los que nos hospedamos y ya nos cruzamos con gente de todas las edades y condiciones», dicen.

Una ambulancia atiende a un joven que se indispuso durante el trayecto. / Iñaki Abella
Y es que muy poco antes, un grupo de 70 estudiantes de Madrid también se cruzó con ellos frente al bar San Miguel, que lleva ya años siendo el decano del Camino Portugués en Santiago.
Entre esos chicos cabe citar a Pablo que se mostraba muy satisfecho, con cara cansada, de llegar ya casi a la última etapa de un trayecto que iniciaron en Tui el pasado sábado.

Sandra Santana y Manuel Roldán posan en el Camino. / Iñaki Abella
Un poco más adelante, se presentan otros españoles que realizan el popular trayecto. Son la pareja de sevillanos formada por Sandra Santana Gutiérrez, natural de Carmona (de 47 años) y Manuel Roldán, de Alcalá de Guadaira (de 52 años) en Sevilla, quienes empezaron el Camino el domingo pasado desde Tui.
Experiencia distinta
En su caso, el objetivo religioso en absoluto pesó en la decisión de realizar esta espectacular caminata a pie. Ella lo empezó, afirma, «porque ya lo había hecho antes y se convirtió en una experiencia muy bonita» por lo que, asegura, en esta ocasión «la quise compartir con él».
Y por eso lo preparó todo al más mínimo detalle pues tenía muy claro que la comodidad era clave en las seis etapas de peregrinaje que estableció para recorrer un total de 116kilómetros, desde Valença do Miño, por el conocido como Camiño Portugués de peregrinación. Durante la conversación en Valga, Sandra Santana confiesa que realmente ella lo lleva «mejor que él», en parte porque ya era conocedora de los entresijos del viaje.
Precio económico
Por ello, tras organizarlo todo afirma: «Volamos en avión desde Sevilla hasta Oporto y dormimos luego en hoteles y pensiones concertadas, que es lo más barato, aunque la condición que establecí es que las habitación tuvieran baño privado». Aún así, el viaje les sale a cuenta: «De precio bien, unos 25 euros por persona y dia, por lo que no podemos más que decir que la experiencia resultó muy buena».
Y es que tanto Sandra Santana como su pareja Manuel Roldán se han sumado al Camino sin ninguna connotación religiosa: «Yo y la religión nos llevamos muy mal; yo prefiero el santo del vino; vine a disfrutar también de unos buenos albariños».

Alice Moi, Luca Pierro y los niños Celeste y Iona. / Iñaki Abella
Respecto a su primer viaje a Compostela recuerda que ya entró en la catedral, porque la curiosidad tambien le pudo, por lo que sin duda animará a Manuel a que entre también en uno de los monumentos más importantes de Galicia, una ocasión única.
Trece Caminos distintos desde 2012
A quienes si les tienta el aspecto religioso es a la familia italiana formada por Alice Moi, Luca Pierro que finalizan este fin de semana en Santiago su décimo tercer Camino jacobeo junto a sus dos hijos: Celeste, de seis años y Iona, de 3.
«Sí, me apetece ver de nuevo el botafumeiro», aseguró con cierta picardía la pequeña Celeste sentada en su silla de paseo, mientras que su hermano duerme plácidamente en la suya bajo la atenta mirada de sus dos padres.
Proceden de Cerdeña y todos los años, desde 2012, emprenden este viaje, cada vez por un Camino distinto. Los han recorrido prácticamente todos, pero saben que todavía les quedan muchas opciones.

Pablo, uno de los excursionistas de un colegio madrileño. | / Iñaki Abella
En esta ocasión, aprovechando que los dos niños llevan de vacaciones desde principios del mes de junio, han elegido el Camiño Portugués y lo han iniciado también en Valença do Miño, casi en la frontera con España.
Sus convicciones son muy firmes al defender a capa y espada las bondades de esta impresionante aventura que no se cansan de hacer en España y con final en la capital de Galicia.
«Nos atrae la vida sencilla del Camino porque no se necesita de mucha cosa y nos permite conectar con la naturaleza, con los paisajes...», resulme Alice Moi, que tampoco se olvida de la seguridad que encuentran.
Otras opciones de viajar en familia
Para ellos también son muy importantes sus creencias y son conscientes de que ahora «con los niños, es más complicado hacer otro tipo de peregrinación». Intentaron ir a Roma pero la infraestructura es peor que la de los caminos de Santiago, es más cómoda, hay más albergues y es más fácil de organizar un viaje con toda la familia», expone Luca Pierro, con una gran expresión de satisfacción en su rostro debido quizás a la proximidad de llegar al final del viaje a pie.
Como ellos, otros grupos de jóvenes y también muchas personas mayores, parejas y grupos de amigos a quienes se les notaba que les faltaba muy poco para culminar la penúltima etapa de un viaje que al principio parecía mucho más difícil de culminar, sobre todo aquellos que lo han iniciado con la ola de calor que tuvieron que soportar los primeros días. «Hoy es un día que invita a caminar», aseguraba otro de los peregrinos que saludó a su paso por el atrio de la sobria iglesia de San Miguel en Valga.
En crecimiento desde la pandemia
Todas ellas aventuras que las propietarias del bar «Buen Camino» no dejan de escuchar desde que abrieron el establecimiento en 2019. «Nos concedieron los papeles en marzo de 2020 y ya el 13 tuvimos que cerrar por la pandemia», explica Manuela que en aquellas fechas pensó que el negocio no iba a fructificar.

Los peregrinos de Oporto Diogo y Joao, descansan antes de la penúltima etapa. / Iñaki Abella
Pero se equivocó. «el número de peregrinos empezó a crecer exponencialmente desde el mes de julio de aquel mismo año y ahora es, sencillamente, «impresionante», repite una y otra vez.
«Como este año, el Camino Portugués, ninguno estuvo tan lleno. Este 2025 es impresionante. Los anteriores eran más tranquilos, incluso el Año Santo».
Asegura que es una impresión que comparte con otros profesionales: «Un guía de Dimo (parroquia de Valga) me dijo que si este año está así, el año que sea prejubileo será peor y recuerda que cuando abrieron este pasado mes de marzo no se les había ocurrido que «íbamos a necesitar más personal». El milagro, ellas, lo notan.
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