Los romeros acuden en masa a la cita con San Cibrán
La «carballeira» en la que se sitúa su ermita acogió la tradicional comida campestre

Así se vive la tradicional romería de San Cibrán en Catoira. / Noé Parga

San Cibrán no falla y nunca defrauda. Mucho menos en una jornada tan soleada como la de hoy, que invita a la fiesta, al contacto con la naturaleza, al pulpo «á feira», al churrasco y a la sobremesa en familia a la sombra de un frondoso robledal.
De ahí que las carreteras y caminos del monte volvieran a llenarse de romeros que a pie, a caballo o en coche quisieron acompañar a la imagen del santo desplazándose a su lado desde la iglesia hasta la «carballeira» que recibe su nombre, en la parroquia catoirense de Dimo.

Los romeros de camino al templo. / FdV
Una vez allí no dejó de escucharse la música de los «gaiteiros», una multitud asistió a las misas que se sucedieron en la pequeña ermita y familias enteras fueron llegando desde diferentes puntos de Catoira y otras muchas localidades.
Buena parte de los presentes dieron cuenta del tradicional almuerzo campestre, ya fuera con el producto adquirido allí mismo, en las pulperías, o bien con los manjares que habían llevado de sus casas.
La fiesta se prolonga hasta bien entrada la tarde. Así que tiempo hay para reír, cantar, bailar, recordar los orígenes de la fiesta del San Cibrán e incluso para contar y analizar historias como la que estudia Cristina Escaloni, una buena investigadora de la cultura local.

Los alrededores de la capilla. / FdV
Un relato que hace referencia a que antiguamente había una talla de madera de San Cibrán, de apenas 20 centímetros, de la que nada se sabe desde que fue robada en un saqueo a la iglesia, en los años setenta.
Se cuenta que la figura estaba al lado de altar de la ermita, y que tras las misas los romeros hacían cola para que sacristán, con aquel pequeño santo en la mano, diera o o tres golpes a cada creyente en la parte del cuerpo que quería sanar. Incluso se dice que las vecinas «chismosas» recibían golpes más fuertes.
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