Así florece el albariño Rías Baixas

Bodegueros y viticultores cruzan los dedos en el momento clave del ciclo de cultivo

La floracion del viñedo.

La floracion del viñedo. / Rías Baixas

Manuel Méndez

Manuel Méndez

Val do Salnés

Ya se explicó en FARO DE VIGO en días pasados que la actual es una temporada crucial para los viñedos. Y es que se encuentran en plena floración, por lo que es ahora cuando está en juego la próxima cosecha.

Circunstancia en la que ahora abunda la Denominación de Origen Rías Baixas, donde, como hacen bodegueros y viticultores, cruzan los dedos y miran al cielo, con la esperanza de que se mantengan las actuales condiciones meteorológicas.

Desde el Consello Regulador confirman que «la floración es capital en la producción de los viñedos», y aclaran que si bien en otras latitudes «se puede prolongar hasta julio», en las cinco subzonas de Rías Baixas suele completarse en junio.

Y así volverá a suceder este año, sobre todo teniendo en cuenta el avanzado estado fenológico de los viñedos y el hecho de que en muchos de ellos ya haya finalizado esta etapa de floración y polinización, adentrándose con paso firme en la de cuajado.

El cuajado

Momento ese, cuando el racimo fructifica, en el que los viticultores podrán «empezar a respirar con cierto alivio», pronostican en Rías Baixas.

Un cuajado que, dependiendo de la zona y orientación del viñedo, será generalizado «en torno a San Juan».

Será entonces «cuando los viticultores puedan olvidarse del fantasma del corrimiento de la flor», que se produce cuando las tasas de fecundación y cuajado de las bayas son bajas.

Superado ese escollo, «las posibilidades de que la climatología eche a perder la cosecha son menores, aunque no imposibles».

Así las cosas, dependiendo de cómo avance ahora la floración se determinará la futura cosecha en el conjunto de Rías Baixas, incluso calculando pronto la fecha aproximada de la vendimia, directamente vinculada al proceso actual.

Aunque bien es cierto que el momento de la recogida también va a depender de factores como la evolución e intensidad de las temperaturas en verano, puesto que influyen directamente en el grado de maduración de la uva.

Fecha probable de vendimia

Quizás, para precisar con más exactitud la fecha de la vendimia, lo mejor es esperar al momento del envero, es decir, «la fase en que la piel de las uvas cambia su color verde intenso y empiezan a amarillear en el caso de las variedades blancas, como la albariño, o a tornar al rojo o azul, en las tintas».

Así lo especifican en la Denominación de Origen Rías Baixas, sabedores de que la recolección suele arrancar entre un mes y cincuenta días después del envero.

Evidentemente, y en ello abundan también desde el Consello Regulador que preside Isidoro Serantes, la actual floración va a determinar igualmente la abundancia de uva.

«Si en esta fase no nacen el número suficiente de flores, si las condiciones meteorológicas o las plagas las malogran o si la polinización es baja, los racimos serán más pequeños y la cosecha, menor», argumentan.

De ahí la trascendencia de la floración y la necesidad de que en estas fases «el clima sea benévolo, con temperaturas suaves, sol y vientos suaves que favorezcan la polinización».

Un viñedo en la fase del envero.

Un viñedo en la fase del envero. / Rías Baixas

Muy por el contrario, si las lluvias hacen acto de presencia durante la floración, y sobre todo, si llegan acompañadas de temperaturas suaves, la futura cosecha estará a expensas del desarrollo de hongos, plagas y enfermedades como el mildiu, oídio, botritis, black-rot y tantas otras, actualmente controladas gracias a los tratamientos fitosanitarios aplicados ya y, hay que insistir, al buen tiempo reinante.

Un espectáculo que enriquece la propuesta enoturística

Dicho esto, hay que explicar que la labor divulgativa del Consello Regulador, y la posibilidad de disfrutar del vital proceso de floración gracias a diferentes iniciativas enoturísticas impulsadas por las bodegas, llevan al Consello Regulador a animar a identificar un momento tan determinante en el viñedo.

«Las flores de la vid son de color blanco pero muy pequeñas, de entre 3 y 5 milímetros, y empiezan a asomar en las parras y espalderas a partir de las llamadas inflorescencias», explican.

Esas inflorescencias «son la fase más prematura del racimo, brotan de las yemas del viñedo nacidas el año anterior, semanas después de la brotación, y terminan en una especie de yemas verdes, con una forma acampanada».

Es de esas yemas de las que nacen las flores, y «en las semanas de floración tienden a expandirse para favorecer la polinización». Resulta muy llamativo, para aquellos que descubran el proceso de floración del viñedo, que «a diferencia de otras flores, los pétalos de la vid se abren por abajo y lo hacen progresivamente en cada planta, a lo largo de un par de semanas».

Cuando suben las temperaturas y cesan las lluvias «las flores se abren y el polen de los estigmas cae sobre los pistilos, con ayuda de insectos polinizadores como las abejas».

Rías Baixas remarca que la polinización «es clave para que la floración dé paso a la fecundación y fructificación», propiciando que «de cada flor de esas inflorescencias nazca el grano que luego se convertirá en uva, aunque obviamente no todas las flores son fecundadas», y por tanto no se transforman en uvas.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents