Ocio y vínculos sociales más fuertes: 30 hogares escuchan «Voces en Red»
Cruz Roja y la Fundación Amancio Ortega implantan en Vilagarcía un programa nacido para combatir la soledad no deseada y reducir la brecha digital entre las personas mayores

Laura Paz, de Cruz Roja, Manuel Saborido y Aurora Calleja, con el asistente virtual en el centro de la imagen. / Noé Parga
Le piden una canción, una receta de cocina o que los despierte al día siguiente por la mañana... Cuando llegan los nietos, los niños le hacen preguntas o le piden vídeos. Una treintena de personas mayores de Vilagarcía que viven solas o en pareja cuentan desde hace unos meses con un dispositivo de voz proporcionado por la Cruz Roja y la Fundación Amancio Ortega.
Ambas entidades han hecho posible «Voces en Red», un programa nacido para combatir la soledad no deseada, pero que tiene más utilidades: ayuda a las personas mayores a sentirse más seguras en el manejo de las nuevas tecnologías, con lo que se reduce la brecha digital; les proporcionan herramientas útiles para mejorar su calidad de vida, como agendas personales para recordar citas médicas, o juegos de memoria y cálculo mental; y les ofrecen oportunidades alternativas de ocio, mediante adivinanzas o cuentos.
En 2020, con la pandemia de COVID, Cruz Roja detectó la existencia de un grave problema de soledad no deseada entre muchas personas mayores. De ahí que gestasen una serie de proyectos para esa parte de la población, a menudo poco atendida por las administraciones. «Voces en Red» nació gracias a la alianza con la Fundación Amancio Ortega.
Las personas o matrimonios que participan en el programa reciben en sus hogares un asistente virtual con inteligencia artificial, con el que los usuarios pueden interactuar. Pronuncian su nombre y le piden música, recetas, juegos, adivinanzas... O que marquen el teléfono de la Cruz Roja o de otro usuario, para alertar de una emergencia o charlar un rato.

La voluntaria Eva Pereira conversa con Alfonsina Mayáns (en la pantalla del dispositivo) en la sede de Cruz Roja de Vilagarcía. / Noé Parga
El programa llegó a O Salnés en abril de 2024, y en la actualidad cuenta con una treintena de usuarios. Algunos de los dispositivos más recientes se entregaron tras un taller de memoria de Cruz Roja celebrado en Trabanca Badiña. Fue en esa actividad donde conocieron el programa Manuel Saborido y Aurora Calleja, uno de los matrimonios que cuentan en su casa con el asistente virtual.
«Al principio no lo quería porque pensaba que era para personas de más edad y que yo no lo necesitaría, pero ahora estoy muy contenta con él», afirma Aurora Calleja. Además de pedirle música, utiliza el dispositivo como despertador y de vez en cuando le pide una receta de cocina o que se conecte mediante videollamada con alguna compañera del curso de memoria . Su marido, Manuel Saborido, acostumbra a consultar la previsión del tiempo o las noticias más importantes del día, y admite que «hace mucha compañía».
En efecto, «Voces en Red» ayuda a fortalecer los contactos sociales. Eva Pereira, que es voluntaria de Cruz Roja en Vilagarcía, y responsable de este programa en la capital arousana, apunta que su vínculo con los usuarios de la organización a los que llama periódicamente por teléfono para saber como están se ha fortalecido desde que tienen el asistente virtual en casa y la conversación se enriquece con la imagen de los interlocutores. «Ahora, no solo escuchan mi voz, sino que me ponen cara. La relación va un poco más allá y resulta más cercana. Los usuarios se sienten más acompañados».
Eva Pereira marca el número de una usuaria para mostrar en directo el funcionamiento del asistente, y sale en pantalla María Alfonsina Mayáns, una mujer de cien años que cuenta a la voluntaria de Cruz Roja que todavía no ha logrado recuperarse del catarro que padece desde hace unos días y que su sobrina también está enferma. Cuando se le pregunta por el programa «Voces en Red», afirma que, «me parece maravilloso».
Aunque los inicios fueron difíciles. «Al principio, alguna gente tenía miedo», admite la voluntaria social. Algunos usuarios temían no saber utilizar los dispositivos o ser observados sin ellos saberlo a través de la cámara del equipo. Tanto es así que al principio, muchos lo apagaban o desconectaban la pantalla cuando no lo utilizaban. Esos recelos, sin embargo, se han ido atenuando con el paso del tiempo. «Ahora que están más familiarizados se sienten más integrados, más cerca de las nuevas tecnologías», concluye Eva Pereira.
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