Misión: proteger el viñedo

Los agricultores aprovechan la subida de temperaturas para redoblar esfuerzos

Con la viña en una etapa fenológica crucial es momento de intensificar los cuidados

Los viticultores se defienden ante las plagas y atacan a la vegetación

El exceso de vegetación acompañante del viñedo es una de las preocupaciones de los viticultores.

El exceso de vegetación acompañante del viñedo es una de las preocupaciones de los viticultores. / M. Méndez

Manuel Méndez

Manuel Méndez

Val do Salnés

La ausencia de lluvias, el aumento de las temperaturas y el notable desarrollo fenológico de las plantas, sobre todo a raíz de las precipitaciones primaverales, hacen que los cuidados y mimos de los cultivos se intensifiquen de manera muy llamativa.

Especialmente en el caso de los viñedos, donde, como se explicaba hace días, se afronta una etapa crucial, como es la del proceso de floración.

La aplicación de tratamientos fitopatológicos para combatir plagas o enfermedades como el mildiu, oidio, botritis o black rot se complementa con el desbroce en el entorno de los viñedos y la reducción de la vegetación acompañante de los mismos.

Hay que tener en cuenta que tan importante como combatir a los patógenos con productos fitosanitarios es mantener la plantas aireadas, para lo cual es preciso retirar ese manto vegetal que ha crecido de forma desaforada en no pocos predios.

Viñedos repletos de
vegetación acompañante
en Val do Salnés. 
|  M. Méndez

Viñedos repletos de vegetación acompañante en Val do Salnés. | M. Méndez

De ahí que tanto en los viñedos de nueva plantación como en los ya consolidados se aprecie –y más que se notará durante el fin de semana– un intenso trabajo de mantenimiento y protección de los cultivos.

Pazo Baión

Para hacerse una idea de lo trascendental que resulta la etapa de floración en las cepas pueden citarse las reflexiones de firmas como Pazo Baión, donde resumen el proceso diciendo que «son veinte días de vital importancia para la producción de uvas en los que los viticultores tienen que poner en juego todo su conocimiento y saber hacer para proteger a las flores y con ellas a los futuros racimos».

En la misma bodega vilanovesa explican que con la floración llega otro proceso clave, como es el de la polinización, cuando «los insectos y el viento mueven el polen, facilitando que llegue a las flores y germine los óvulos fecundados que, al crecer, dan paso a los granos de uva».

Ni que decir tiene que «una buena polinización facilita, como no podía ser de otra forma, que la floración de la vid sea óptima y, por lo tanto, también determina la cantidad y calidad de los granos de uva que nazcan a partir de ella».

Esto es tanto como decir que «una polinización ineficiente se traduce en una fecundación de los racimos insatisfactoria, lo que puede afectar directamente al desarrollo de las uvas y a la cantidad de racimos», resumen en la bodega de Baión.

Por contra, «si la polinización es exitosa, es posible que la mayoría de las flores sean fecundadas», y en caso de que la carga de racimos resulte excesiva, «el equipo de viticultura tendrá que retirar algunos para que el reparto de la carga sea el idóneo para la salud de la vid y para garantizar una maduración óptima de los racimos», sentencian en Bodegas Pazo Baión.

Así pues, ahora que empiezan a separarse del receptáculo e incluso a caer los primeros capuchones florales –siempre depende de la ubicación y orientación de los predios– el viñedo necesita de unos mimos que van a prolongarse durante semanas, hasta alcanzar el proceso de cuajado.

Paco & Lola

«La floración es una de las etapas más importantes, ya que esas flores darán forma a los granos de las uvas que van a componer los racimos, y por tanto va a determinar el volumen de la cosecha y nos dará pistas para saber las fechas del comienzo de la vendimia», matizan en bodega Paco & Lola.

La viña afronta el
proceso de floración. 
|  M. Méndez

La viña afronta el proceso de floración. | M. Méndez

Y cuando llegue ese cuajado de nuevo habrá que mimar a la viña, «ya que los granos son muy sensibles al ataque de hongos», de ahí la importancia de que los racimos logren un buen desarrollo.

Para lo cual precisan «tanto de luz como de una buena aireación», apostillan en la bodega meañesa, donde saben de la importancia de disfrutar durante los próximos meses de «un tiempo seco y soleado, acompañado de temperaturas suaves».

Bouza do Rei

Hasta que llegue el momento de ese cuajado y posterior envero, cuando los granos cambian su color verde por el característico amarillo pajizo, en el caso de la uva albariña, los viticultores y bodegueros se centran ahora, hay que insistir, en la floración.

La preparación del
terreno en una 
plantación joven de
Val do Salnés. 
|  M. Méndez

La preparación del terreno en una plantación joven de Val do Salnés. | M. Méndez

«Es una etapa fundamental en la que todos estamos pendientes de la evolución de las condiciones meteorológicas», coinciden en señalar bodegueros como Isidoro Serantes, gerente de Bouza do Rei y también presidente del Consello Regulador de la Denominación de Origen Rías Baixas.

Un órgano en el que insisten en que el viñedo atraviesa «una de las fases más cruciales para el desarrollo de la futura cosecha». Pero también en que uno de los riesgos a los que se enfrenta es el fenómeno natural llamado «corrimiento de flor», ya que puede afectar a la tasa de cuajado de las uvas.

Medio Rural debate con Martín Códax

La Consellería de Medio Rural anunció ayer que su titular, María José Gómez, acompañada del director de la Axencia Galega da Calidade Alimentaria, Martín Alemparte, se había reunido con representantes de Bodegas Martín Códax.

Al parecer el encuentro sirvió para «profundizar en vías de colaboración en beneficio del sector vitivinícola gallego en los ámbitos de la producción, la comercialización y la promoción».

Tanto en Rías Baixas como en la Estación Experimental de Viticultura e Enoloxía de Ribadumia detallan que el «corrimiento de flor» se produce «cuando las tasas de fecundación y cuajado de las bayas es bajo a causa de una floración y fecundación deficientes».

A este respecto, hay que decir, de nuevo mirando al cielo, que «uno de los factores clave son las precipitaciones que se puedan producir durante la floración, sobre todo si son de carácter intenso».

Lo que logran un exceso de agua y humedad es «provocar una mala germinación del polen». Sobre todo con ausencia de viento, «pues este favorece el secado de las flores y el desprendimiento de los órganos florales una vez producida la fecundación».

Enfermedades

En caso contrario, «si los órganos florales no se desprenden del racimo, se pueden desarrollar también enfermedades de la vid como la botritis, tanto en el momento crucial, como incluso en el futuro, ya que se trata de un hongo que sobrevive alimentándose de las materias en descomposición existentes en el racimo», proclaman los técnicos.

Queda clara, por tanto, la importancia de una buena ventilación y de aplicar los mayores y mejores cuidados al viñedo en un momento vital como el actual.

Un hombre ata con mimo
una joven cepa, en
Ribadumia. 
|  M. Méndez

Un hombre ata con mimo una joven cepa, en Ribadumia. / M. Méndez

Una fase, hay que insistir, en la que hay viñedos que han superado el estado fenológico G (racimos separados), cuando las inflorescencias se espacian a lo largo de todo el brote; para avanzar en el H, cuando los racimos florales están completamente desarrollados y se empiezan a formar los racimos de uvas y adentrarse en el I, es decir, cuando maduran estambres y pistilos dando inicio a la floración.

En este caso hay predios en estadio I1, cuando el 5% de las flores están abiertas, y otros entrando de lleno en el estado fenológico I2, que se refiere a la plena floración.

Después vendrán el antes citado proceso de cuajado (estado fenológico J) –se forman las primeras bayas de uva–, el estado K, que muestra granos tamaño guisante –los racimos se compactan y se definen las bayas de uva– y el estado L: cerramiento del racimo.

Para completar el proceso, antes de la vendimia, con el M1 o inicio del envero, cuando los taninos y pigmentos comienzan a intensificarse en la piel de las uvas, lo que les da su color característico, M2 o pleno envero –al grano de uva lo recubre la pruina– y el estado fenológico N, lo cual supone la maduración de la uva, cuando tiene el máximo contenido de azúcar volviéndose más dulce y perdiendo poco a poco su sabor astringente, además de aparecer los aromas varietales.

Motor económico

Un largo ciclo de cultivo, en definitiva, que en el caso de la Denominación de Origen mantiene ocupados a miles de viticultores y cientos de empresas.

Esta marca de calidad, cabe recordar, integra a más de 5.000 viticultores y cerca de 180 bodegas que trabajan aproximadamente 4.500 hectáreas de superficie repartidas en 23.000 parcelas que conforman las cinco subzonas de producción: Val do Salnés, Condado do Tea, O Rosal, Soutomaior y Ribeira do Ulla.

Viñedos ante la bodega Bouza do Rei, en Ribadumia.

Viñedos ante la bodega Bouza do Rei, en Ribadumia. / M. Méndez

Razones más que suficientes para considerar a Rías Baixas y al conjunto del sector vitivinícola un motor económico estratégico en Galicia. Y de ahí la necesidad de prestar especial atención al proceso de floración que se vive actualmente en los viñedos.

Desniete

El mismo que a corto plazo dará paso a técnicas tradicionales como el desniete o desnietado, en la que se eliminan los brotes no productivos.

Se realizará en cuanto se complete la floración y finalizará antes de que comience el envero, pues desde ese momento no se debe tocar el viñedo para evitar la pérdida de bayas o incluso los racimos.

Ramón Huidobro e Isidoro Serantes, secretario general y presidente del Consello Regulador, respectivamente.

Ramón Huidobro e Isidoro Serantes, secretario general y presidente del Consello Regulador, respectivamente. / FdV

En la bodega Viña Moraima, por ejemplo, esgrimen que el desniete sirve para combatir a la polilla del racimo (Lobesia botrana), ya que a esta plaga «no le gustan los racimos aireados».

Pero, además, dicha técnica favorece el contacto de los tratamientos fitosanitarios con la uva y, llegado el momento, «agiliza la vendimia, pues proporciona un mejor acceso a los racimos».

En Viña Moraima aclaran que es también una forma de «minimizar los tratamientos fitosanitarios, con la consiguiente obtención de una uva más sana y de mejor calidad».

Rías Baixas reedita su apuesta por el mercado británico

A pesar del brexit y otras complicaciones, el británico sigue siendo «uno de los mercados por excelencia de los vinos atlánticos Rías Baixas», según reconocen en su Consello Regulador.

Prueba de ello, los cerca 1,2 millones de litros de albariño vendidos allí el año pasado, por importe de casi 9 millones de euros.Esto lo convierte en el segundo mejor destino exportador del mundo –solo superado por Estado Unidos–; el primero de Europa «desde hace más de dos décadas».

Razón por la cual, Reino Unido es una parada obligada en los planes de promoción internacional de esta Denominación de Origen. Y de ahí, por ejemplo, su reciente participación en la London Wine Fair, una feria a la que acude cada año y en la que esta vez se dieron cita 79 marcas de 46 bodegas.

Esta acción promocional de los vinos Rías Baixas –a la que a finales de mes se sumará una misión inversa con prescriptores– parece haber despertado un gran interés, como lo refleja «la gran afluencia que ha tenido nuestro stand, por el que han pasado sumilleres, importadores y restauradores, entre otros profesionales».

En el «Wine Bar» ofrecido a los visitantes de la feria, en el Olympia London, se dieron a conocer elaboraciones sobre lías, en madera, espumosos de calidad y tintos de diferentes añadas.

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