Opmega insiste en la sostenibilidad del mejillón
La organización mayoritaria del sector celebra otra jornada de trabajo
La entidad que preside Ricardo Herbón sigue marcando la hoja de ruta

El conselleiro de Mar, Alfonso Villares, y el presidente de Opmega, Ricardo Herbón, durante las jornadas de trabajo desplegadas el año pasado. / Iñaki Abella

La Organización de Productores de Mejillón de Galicia OPP-18 (Opmega), dispone de informes que avalan la sostenibilidad y la capacidad innovadora del cultivo de molusco en batea.
Los mismos trabajos de carácter científico en los que se incide en la «extraordinaria capacidad» de las rías gallegas «para sostener el cultivo de mejillón», gracias al aporte de nutrientes que representa su sistema de afloramiento costero.
Reflexiones en las que Opmega vuelve a abundar hoy mismo, cuando celebra una nueva edición de sus jornadas de trabajo y debate sobre la propia entidad y el conjunto de la actividad acuícola.
Se hace en el auditorio del edificio Mexillón de Galicia, en Vilagarcía de Arousa, donde tiene su sede esta organización presidida por el rianxeiro Ricardo Herbón.
El título de la jornada no es otro que «Innovación y sostenibilidad en el cultivo del mejillón: claves para el futuro del sector».
Esta cita toma el relevo y complementa otras anteriores en las que Opmega abrió el debate tanto en relación con la sostenibilidad como en todo lo relacionado con la comercialización nacional e internacional del mejillón y los nuevos hábitos de consumo.
Lo hace desde el convencimiento de que el mercado «está experimentando un periodo de cambio y crecimiento al que no son ajenos nuestros socios».
Pero también con la certeza de que, si bien el mejillón «mantiene una posición de liderazgo en el mercado», es necesario «seguir avanzando para garantizar su futuro».
El debate de hoy da un paso más y abunda en la sostenibilidad como pieza clave de la gestión del sector e incluso como estrategia de adaptación frente al cambio climático.
A este respecto, hay que recordar que Opmega considera que el número de bateas existentes es «adecuado para garantizar la disponibilidad de alimento (fitoplancton) y evitar fenómenos de depleción que podrían comprometer la producción y el equilibrio ecológico».

Arousa está presente en la Seafood Expo Global de Barcelona, con el mejillón como estandarte. / FdV
Son estas algunas de las reflexiones expuestas ya hace unos meses por Opmega al abrigo de su Plan de Producción y Comercialización, del que salieron a relucir estudios como el titulado «Indicador de sostenibilidad del cultivo de mejillón», elaborado por Diana Zúñiga y el profesor Uxío Labarta en colaboración con Inxenia Desarrollos Tecnológicos S.L.
Capacidad de carga
Ese trabajo, como se indicó entonces, sirve para «analizar el equilibrio entre la capacidad de carga de las rías gallegas y la producción actual de mejillón».
De lo que se desprende que el modelo de gestión actual «ha permitido sostener una producción significativa sin impactar de manera crítica los ecosistemas, asegurando que el actual nivel de explotación es compatible con la salud ambiental y la viabilidad económica del sector».
Y no solo eso, sino que se hizo constar que el cultivo anual del «oro negro» de batea «produce 16.000 toneladas de proteínas, lo cual es suficiente para 900.000 personas, y 41.200 toneladas de carbonato cálcico, usado en agricultura e industria».

El conselleiro, el presidente de Opmega y el chef Miguel Mosteiro. / Iñaki Abella
Abundando en todo ello, y en la sostenibilidad ligada al cultivo de mejillón, Opmega ya dejó claro hace tiempo que «las bateas favorecen la biodiversidad, al crear hábitats marinos, y desempeñan un papel clave en la protección costera, además de ser un símbolo del patrimonio gastronómico y cultural de Galicia».
Lo cual lleva a la OPP-18 a hacer suyas las palabras del investigador Uxío Labarta cuando dice que «el mejillón gallego no es solo un producto, sino que es un modelo sostenible que conecta economía, medio ambiente y cultura».

La delegación holandesa zarpó desde O Grove para surcar la ría en el catamarán "Fly Delfín". / FdV
Algo en lo que abunda Antón Álvarez Salgado, profesor del Instituto de Investigaciones Marinas del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, cuando remarca que «el cultivo de mejillón no solo genera riqueza, sino que también protege y mejora los ecosistemas costeros».
Por estas y otras muchas razones, Opmega reafirma su compromiso con la ciencia y la innovación «para garantizar un modelo de producción sostenible que mantenga a Galicia como líder internacional en el cultivo de mejillón».
Las biotoxinas dan un respiro
También en relación con el sector, decir que el episodio tóxico primaveral mantiene su presión, con una veintena de polígonos bateeiros cerrados en todas las rías, sobre todo a causa de las células lipofílicas causantes de la toxina diarreica (DSP).
Sin embargo, las últimas analíticas detectan un descenso significativo en estaciones oceanográficas como las de Moaña, Rande, Chapela y Baiona, en la ría de Vigo.
En la de Pontevedra se nota ese bajón en la de Aldán, mientras que en la de Arousa se aprecia en las estaciones de Rianxo, Xidoiros, Vilagarcía, O Grove, Meloxo y Aguiño.
Lo mismo sucede en Muros, Esteiro, A Creba y Boca da Ría, que son las estaciones de control de la ría de Muros-Noia en la que se observó ese «descenso significativo» del dinoflagelado «Dinophysis», causante de la diarreica.
De cualquier modo, los niveles pueden bajar y volver a subir en cualquier momento, por lo que esto no quiere decir que el episodio tóxico haya finalizado, ni mucho menos.
Prueba de ello es que, en los mismos análisis realizados por el Intecmar, sí se observa un «incremento significativo» del mismo dinoflagelado en las estaciones viguesas de Liméns y Samil, las pontevedresas Boca Sur, Tambo, Aldán Interior y Ons, y en las coruñesas de Arnela y Sada, en la ría de Ares-Betanzos.
A la espera de ver cómo evolucionan el episodio tóxico y el afloramiento costero que lo está provocando, hay que indicar que a media tarde de ayer los polígonos mejilloneros cerrados eran tres de los doce de Vigo, (Cangas F, G y H), el de Baiona y los ocho de la ría de Pontevedra.
Al igual que tres de los cuatro localizados en Muros-Noia, los dos de la ría Ares-Betanzos y, en la de Arousa, el Grove C2 y el Grove C4.
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