Un Camino de Santiago poco santo
Un grupo de amigos de Salceda de Caselas realiza la Variante Espiritual de O Salnés como parte de su peculiar peregrinaje anual: hacen el Camino de Santiago al revés, socializan en los pueblos que atraviesan y se desplazan en antiguos modelos de bicicletas de la mítica marca BH.

Lucía Romero
Hubo un tiempo en que las bicicletas BH inundaban las calles y muchas se pudren hoy en los trasteros hasta que algún nostálgico las rescata, como un grupo de Salceda de Caselas para su peculiar forma de hacer el Camino de Santiago, y por partida doble, porque lo hacen al revés y también sellan su Compostela en los bares de los pueblos que atraviesan. No obstante, quizás lo más llamativo sea el empleo de modelos con antigüedades que no bajan de los cuarenta años, que como mucho alcanzan los 15 kilómetros por hora y que desde luego no están diseñados para semejante trote. De hecho, van cargados con cámaras de repuesto, martillos, llaves inglesas de todo tipo... Y no sería la primera vez que un amigo mecánico suelda un cuadro en pleno trayecto.
La estampa llama la atención por dónde pasan. Sucedió ayer en Vilanova de Arousa, porque en esta segunda edición de su peregrinaje anual siguen la Variante Espiritual de O Salnés para hacer el camino de la costa con meta en a Guarda y sin temor a nada, ni siquiera a la tremenda subida de A Armenteira: «En cuanto cuesta un poco, no tenemos problema, echamos los pies a tierra y a empujarla», cuenta uno de sus integrantes, Camilo Fernández.
Es una forma relajada de hacerlo que surgió hace dos años y tras una experiencia a pie que ya nació con su toque: siempre despiden al Apóstol. Pero no parecía suficiente y al año siguiente, uno tuvo la ocurrencia de desplazarse en las míticas bicicletas BH y nadie lo frenó. Un compañero aún conservaba una de su infancia y el resto enseguida se hicieron con una. El modelo más actual debe ser el «Happy», fabricado en los años 80, y además son encartables. «Llegamos a verlas por 400 euros, pero de media pagamos unos 60», explica Fernández.
«Nos gusta hacerlo todo diferente», añade. Tanto que las duchas calientes de los albergues tampoco van con ellos y duermen al raso, en tiendas de campaña: «Cuando vemos que cae la noche buscamos un sitio con un riachuelo cerca, porque la higiene es muy importante después de tantas horas. Nos morimos de frío, pero también tiene su encanto».
Son, en definitiva, unos amigos unidos por la asociación En Loureiro coma sempre, que anima los carnavales de su pueblo y que tiene estas ideas en los ratos compartidos de preparación de las carrozas. Pero sobre todo, forman un grupo con un único y feliz objetivo: «Disfrutar de la vida de los pueblos y sus bares, que son una parte fundamental en eso. Si no llegamos a la meta, no pasa nada, lo importante es disfrutar del Camino, la compañía y los ratos divertidos que pasamos, es lo que queda de la vida».
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