Mejillón bajo mínimos en Galicia
Las descargas de mejillón se desploman cada primavera
El mal momento que atraviesa hace que el episodio tóxico apenas cause trastornos

Envío de mejillón a Italia desde el muelle de Vilanova. / Noé Parga

Las descargas de mejillón en Galicia están prácticamente paralizadas. Tradicionalmente, mayo es el peor mes de todo el ciclo de cultivo, de ahí que la actividad sea actualmente tan escasa en los puertos gallegos.
Esta es también la razón por la que apenas causa trastornos el episodio tóxico primaveral que afecta a las rías gallegas y ha provocado el cierre de quince polígonos bateeiros.
El parón se debe, hay que insistir, al desove del molusco, el cual hace que pierda tamaño y rendimiento, dejando de reunir condiciones apropiadas para su comercialización.
Un proceso que, dependiendo de las condiciones meteorológicas y la ubicación de las bateas, puede comenzar en abril, como de hecho ya sucedió este año en algunos polígonos interiores de las rías.
Se trata de un parón inevitable que los productores aprovechan para realizar labores de mantenimiento en bateas y barcos auxiliares de acuicultura.

Gráfico que deja claro que el momento del mejillón llega tras el verano. / Consellería do Mar
Al igual que para efectuar desdobles –repartir el peso de una cuerda en varias, para que el mejillón siga creciendo– y para completar el proceso de encordado de la mejilla –sujetar la semilla a las cuerdas del emparrillado–, toda vez que la campaña de recolección de esa cría en el litoral atlántico finaliza, como se explicó hace días, el 31 de este mismo mes.
Un mes, hay que insistir, tradicionalmente flojo, tal y como puede comprobarse en el Anuario de Acuicultura de Galicia 2024, difundido el viernes por la Consellería do Mar y desmenuzado el sábado en FARO DE VIGO.
Para entenderlo mejor puede recordarse que el año pasado se despacharon casi 179.000 toneladas de mejillón (129 millones de euros), y resulta que al mes de mayo correspondieron solo 5.115 toneladas (3 millones de euros). Durante el pasado ejercicio únicamente abril fue peor, con 4.850 toneladas.
En 2023 la producción también se desplomó en mayo, limitándose a 6.925 toneladas, mientras que en 2022, cuando se despacharon casi 220.000 toneladas, abril se quedó en 7.208 y mayo, en 8.152.

El barco "Insuiña Rande" recolocando una batea. / M. Méndez
La influencia de la primavera y el desove también quedó patente en 2021, con 251.000 toneladas totales de las que solo 12.000 salieron al mercado en abril y mayo.
Un mes que se limitó a 8.000 toneladas en el extraño año de la pandemia, cuando los peores registros se situaron en marzo, con 6.111 toneladas.
Por su parte, la producción se acercó a las 9.000 en 2019 y se quedó a las puertas de las 10.000 toneladas tanto en mayo de 2017 como en 2018, en todos los casos marcando, junto a abril, el peor momento de la campaña.
A mayor abundamiento, pueden compararse los resultados de cada primavera con los alcanzados por el sector acuicultor en el segundo semestre de cada año, cuando el molusco alcanza su momento óptimo –si las condiciones meteorológicas y oceanográficas lo permiten–, disparando las campañas de industria y de fresco, con especial demanda desde Italia y Francia.
A modo de ejemplo, decir que las 5.115 toneladas de mayo de 2024 poco tienen que ver con las 20.478 de agosto pasado, las 20.453 de octubre, las casi 29.000 de septiembre ni las 51.000 toneladas de la campaña de Navidad, repartida entre noviembre y diciembre.

Manuel Méndez
En 2023, cuando saltaron las alarmas por la caída de productividad, también septiembre y octubre fueron los mejores meses del año, con 20.035 y 21.710 toneladas de mejillón, respectivamente.
En 2022 se alcanzaron las 31.233 toneladas en octubre y se rozaron las 35.000 en noviembre, mientras que en 2021 destacaron agosto (34.325), octubre (30.808), noviembre (35.000) y diciembre (30.000 toneladas).
La llegada del covid hizo que 2020 no solo fuera extraño por situar a marzo como el peor mes para los bateeiros, sino también porque los mejores registros empezaron a notarse en junio, con 21.072 toneladas, y julio, con 27.789, para superar las 32.000 en agosto.
Podrían citarse los datos de otros años anteriores, pero todos conducen a lo mismo porque en todos se observa la caída de producción en abril y mayo, dejando claro que el mejillón es un producto que crece con el verano para alcanzar su momento óptimo con la llegada del afloramiento costero otoñal.

La producción de mejillón en 2024. / Consellería do Mar
Satisfacción contenida
Dicho esto, cabe destacar que los productores de mejillón están satisfechos con la subida del precio medio experimentada en los puertos gallegos.
Aunque solo moderadamente, ya que están convencidos de que el «oro negro» de batea debería cotizarse más alto, a tenor de sus indiscutibles propiedades nutricionales, culinarias y organolépticas.

Descargas de mejillón para Francia e Italia en el puerto de Vilanova de Arousa. / M. Méndez
Como también saben que el aumento de las tarifas puede estar directamente relacionado con la caída de la producción experimentada en 2023 y 2024, por lo que temen que el suyo vuelva a ser un marisco infravalorado si el volumen descargado regresa a los niveles marcados en los tiempos de bonanza, cuando se descargaban entre 250.000 y 300.000 toneladas.
A la espera de acontecimientos, los datos oficiales apuntan a que el año pasado el precio medio del kilo de mejillón, si se incluyen los datos referidos tanto al mercado de fresco como al de industria, fue de 0,78 euros.
Como ya se explicaba el sábado, las casi 49.000 toneladas entregadas en 2024 al sector transformador –conserveras y cocederos– marcaron una cotización media de 0,66, mientras que el molusco de fresco vendido a las depuradoras (casi 130.000 toneladas) arrojó una media de 0,74, que fue de 0,84 para el escaso mejillón «grande», de 0,79 para el «mediano» y de 0,71 para el abundante molusco «pequeño» o «lacasito».
La aludida media global de 0,72 supera los 0,67 que se habían marcado en 2023 y los 0,69 euros del histórico año 2022, cuando el sector ingresó más que nunca, al rozar los 151 millones de euros tras vender 220.000 toneladas de mercancía.
En cualquier caso son tarifas, como la de 2021 –con 0,55 euros por kilo–, que parecen dejar atrás aquellos tiempos en los que prácticamente se «regalaba» o «tiraba» el mejillón, pagado a cuarenta o cincuenta céntimos el kilo entre los años 2005 y 2020.
O incluso a menos, puesto que en 2009 el sector ingresó apenas 89 millones de euros por la comercialización de 225.091 toneladas, tras soportar un terrible desplome de precios que situó la media en solo 0,39 euros por kilogramo.
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