Las benditas «pesadas» de la basuraleza cumplen un año

Limpiarousa cumple un año desde su creación como un colectivo sin ataduras que ha conseguido una notable repercusión con iniciativas como el «Tarugotón», convirtiéndose en el azote de la basuraleza en Arousa, haciendo limpiezas y llamando a las puertas que haga falta en busca de soluciones.

Las componentes de Limpiarousa desean que los tarugos dejen de ser un residuo marino. |  I. Abella

Las componentes de Limpiarousa desean que los tarugos dejen de ser un residuo marino. | I. Abella

O Salnés

Hoy hace un año que Annika, Lili y Rula se juntaron por primera vez en Bamio para hacer lo que ya hacían por separado: retirar basura de las playas de sus concellos. Se habían conocido en la crisis de los pellets y forjaron una amistad que se transformó en un colectivo con nombre y apellidos, Limpiarousa, que no es más que tres camisetas y unos guantes porque, aunque la repercusión que han ganado es notable, no les interesa constituirse en asociación: «Queremos mantener la libertad de hacer lo que nos da la gana. No queremos ni ayudas, ni cobrar dinero, ni blanquear la imagen de empresas, esto es una línea roja para nosotras», explica Lili. Y esa libertad no es otra cosa que eliminar basura y denunciar ante autoridades y empresas para encontrar su origen y la solución. «No es postureo, de hacernos una foto y ya», advierte Rula.

No se creen heroínas ni el remedio a un grave problema planetario, pero «hay que moverse, por nosotros y por los que vienen detrás. Las cosas no se solucionan en los bares, hay que pasar a la acción real», resume esta vilagarciana. De hecho, su única pretensión siempre ha sido, y es, ser un movimiento local que se encargue de esa playa que tanto te gusta y a la que vas habitualmente. Algo así como unas «guardianas del territorio» que desearían inspirar a otros para que el efecto positivo de pequeñas acciones como las suyas se multipliquen infinitamente.

Hasta son reacias a este reportaje por la notoriedad que pueda darles, pero su ejemplo ya cunde y cuentan con apoyo de organizaciones tan relevantes como Adega y Surfrider, que es la «manera de llegar a Europa, donde se toman las decisiones», expone Annika. De hecho, son las «culpables» del Tarugotón que, con un «esfuerzo titánico», reunió a 300 personas en toda Galicia y supuso la retirada de 15.000 de estos palos usados en las bateas. Esta cambadesa los tiene almacenados en casa y les gustaría hacer algo simbólico con ellos. En el «colillatón» también llevaron la voz cantante en Arousa y, por número, creen que el tabaco es el «peor residuo».

Pero solo es la punta del iceberg de las toneladas y toneladas de basura que llevan recogida y caracterizada en este año, porque doblar la costilla en la arena es lo de menos. Tienen catalogados más de 50 tipos y señalan que la actividad pesquera es la «principal fuente»: «No tenemos nada en contra del sector, pero deberían cambiar a materiales biodegradables. En el caso de los tarugos, una empresa nos decía que los suyos no se rompen, pero podemos demostrar que no es así: del total, 9.000 estaban partidos».

Y es que la cara la dan, y mucho, y ante quien haga falta. No les importa ni investigar posibles soluciones, como fue con este caso, en el que contactaron con empresas para ver la posibilidad de reciclar esos plásticos, pero «la tecnología era demasiado cara».

Resultados

Tampoco han dudado en enviar correos y correos a una firma de Cambados que señalan como un importante foco de una nueva preocupación en la ría de Arousa: los biosoportes; rueditas de plástico usadas para la depuración de aguas y que solo deberían acabar en el mar por avería o error. Hasta estudiaron las corrientes marinas para encontrarla y en un solo día contaron 800 en su entorno, pero «nunca nos respondieron, aunque es cierto que en los últimos meses aparecen menos».

También tienen mapeados puntos negros y creen que al ganar notoriedad –también son muy activas en redes sociales–, las autoridades «ven que no hablamos de boquilla», añade Annika. Porque «los ojos de los despachos no llegan y si no informamos, pues no se hará nada. A veces una llamada puede cambiar las cosas y si nosotras conseguimos algo es a base de ser pesadas y constantes, damos lata lo que haga falta», aporta Lili.

Ahora, que nadie se confunda: «Mucha gente piensa que somos unas amargadas que siempre están cabreadas porque hay basura en el mar y todo lo contrario, yo antes estaba agobiada por todo lo que veía, ahora soy más optimista», apunta Rula.

Las arousanas no vienen a dar lecciones, ni a tirar la primera piedra del pecador, porque «errores, los cometemos todos», pero creen fielmente en la necesidad de este tipo de activismo, porque eso de que «el mar lo aguanta todo, no es verdad, y el váter no es un agujero negro que se traga todo. Ya no solo hablamos de toallitas, palillos... En Catoira llegamos a contar 400 aplicadores de tampones».

Así, creen que la acción administrativa debe ir acompañada de una mayor conciencia social, de reducir consumos y de hacer «autocrítica», porque «cuando la basura está en el medio, ya es de todos».

Hoy volverán juntas a Bamio, en una limpieza de aniversario abierta a todos los interesados. Pero que no esperen una gorra. Si quieren un regalo, lo tienen en sitios como un pequeño arenal de Carril que, gracias a su tesón, ha recuperado su esplendor.

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