Rey Daviña, un gran alcalde de Vilagarcía

El alcalde Jacobo Rey Daviña, de pajarita, con Agostino en los Juegos Florales de 1963. |  Rep. I.A.

El alcalde Jacobo Rey Daviña, de pajarita, con Agostino en los Juegos Florales de 1963. | Rep. I.A.

Ramón Trillo*

Es peligroso asomarse a la memoria.Y más cuando se trata de una memoria impostada, con la que se desea que comulgue la ciudadanía, por disposición legal, en una determinada visión sobre aconteceres del pasado», expone en este artículo el prestigioso exmagistrado vilagarciano Ramón Trillo. Por eso,al adoptar las administraciones públicas decisiones en aplicación de la Ley de Memoria Democrática, corren el riesgo de introducirse en un terreno ideológico resbaladizo y deslizarse -aún iluminadas por la mejor de las intenciones-, del adjetivo democrático al de mezquino e incluso al de ilegal, si se da la circunstancia de que el caso rememorado no sea de los que caben en los límites de la norma. Valga la breve consideración anterior, como introito a la sintética valoración que haré de una noticia que circula, en la que se da cuenta de que el Ayuntamiento de Vilagarcía de Arousa proyecta-o ya ha decidido-,en ejecución de dicha Ley, revocar la declaración de hijo adoptivo con la que en su día había sido honrado el alcalde Rey Daviña, así como retirar su nombre de una de las calles más principales de la ciudad, en la que él habitó la mayor parte de los muchos años que tuvo de vida y en la que se ubicaron La Banca y el Almacén de Simeón García, de los que fue competente socio-gestor en la localidad.

Don Jacobo Rey Daviña, alcalde desde el año 1952 a 1965, ha sido, con don Francisco Ravella y Arenas, uno de los más excepcionales regidores que ha tenido Vilagarcía y los benéficos efectos de la gestión de ambos permanecen vigorosos en el presente.

Entre ellos se dan paralelismos e hilos de conexión, a pesar de que el desempeño de Ravella fue mucho más antiguo y breve (1881-1885). Para empezar, ninguno de los dos había nacido en la ciudad a la que con tanta entrega sirvieron. Ambos habían arribado en función de sus actividades económicas particulares y tambien ambos sintieron en ella la llamada al servicio público de la política y su vocación se hizo espléndidamente explícita en el ubérrimo fruto que dieron en su dimensión municipal.

Ravella que -como Rey Daviña- da nombre a una plaza tan principal que con anterioridad era llamada Mayor, había sido el autor de su creación, al haber adquirido durante su mandato un nombrado Campo de Cabritas, con la finalidad de urbanizarlo y ubicar allí la sede de una Casa Consistorial, con anterioridad inexistente y -hilo de coincidencia-, precisamente uno de los solares del que había sido aquel Campo fue adquirido de su bolsillo en el año 1962 por Rey Daviña, con la finalidad de donárselo al Asilo, que a su vez había sido fundado por doña Lucía Vilá,tía carnal de Ravella y del que el terreno era colindante, donación que quiso constase que la hacía en concepto de simple vecino, no de alcalde. Este terreno es el que ocupa hoy la Residencia de Ancianos.

Ravella tuvo otro deseo que cumplió en vida: dar a Villagarcía-así se llamaba entonces-una plaza de abastos y así como por su corta vida no alcanzó a ver la Casa Consistorial que había proyectado, sí vio en pie la hermosa plaza que conocemos como de La Pescadería, hoy recinto de actos lúdicos y culturales.

En la misma línea de favorecer la actividad comercial, en 1927 Rey Daviña, que desde el año 1920 era miembro del Concello, aprovecha su buena conexión con Calvo Sotelo, a la sazón ministro de Hacienda y consigue que le financie la sólida y amplia plaza de Abastos que todavía hoy disfrutamos a la vera del río de O Con.

En la década de 1950 entabla relación con el gallego José María Rivero de Aguilar, alto cargo en el Ministerio de Obras Públicas que regenta el conde de Vallellano y consigue dos importantes obras, que aún hoy en día siguen siendo definidoras de lo mejor de Vilagarcía: la magnífica estación de ferrocarriles sustituta de la coqueta y bien amada anterior de la época del tren de Trulock-, tan capaz, que alberga en la actualidad con suficiencia el servicio ferroviario del AVE y, además, la calle de apertura al mar de la plaza de Galicia, entonces conocida como del Obelisco.

Todos los días, a las doce de la mañana, se le veía pasar camino de la plaza de Ravella, para permanecer en el Ayuntamiento hasta las dos y, por la tarde, el mismo tránsito de ida a las siete y de vuelta a las nueve. A paso lento, tranquilo, la gente se le acercaba. Era hombre cercano,pendiente de las penurias individuales.Es cierta la anécdota que se cuenta, de que un día fue a verlo al Ayuntamiento el encargado de un bar que había sido sancionado por mantenerlo abierto fuera de hora:

- «Mire usted, don Jacobo, me pusieron una multa y el problema es que la cantidad es igual a la de mi sueldo mensual, de modo que durante un mes no podré llevar dinero a casa.

-¿Es cierto lo del horario, crees que por eso es justo que seas multado?

-Sí, don Jacobo, pero la cantidad…

Don Jacobo metió la mano en el bolsillo. Toma, la pagamos a medias».

En términos de bienestar colectivo de los de menor fortuna, el alcalde Rey Daviña tuvo la satisfacción de impulsar y facilitar la dotación de importantes núcleos de viviendas sociales en diversos barrios y localidades del municipio.

-De todas formas, oiga, en estos asuntos hay que ser meticuloso: quizás era un falangista de los bravos.

-Bueno, los indicios no van por ahí: cuando fue nombrado alcalde, condicionó la aceptación a no ser Jefe Local del Movimiento y nunca se le vio vestir la camisa azul. La suya fue siempre la impoluta blanca.

-Bien, pero ¿qué me dice de ese señor Fariña Ferreño, que nombra a una calle de la ciudad?

-Cuando Rey Daviña se hizo cargo de la Alcaldía, la situación del Ayuntamiento era de indigencia: no había fondos ni para pagar a los funcionarios, por eso el alcalde tuvo que acudir al auxilio del señor Fariña, presidente del Banco de Crédito Local, que le facilitó los fondos para iniciar la actividad que tan fecunda acabaría siendo. Estos son los hechos y en ellos se ve al personaje, que «por sus obras lo conoceréis». Las descritas son algunas de las suyas.

Lo proyectado-o ya hecho-por el Ayuntamiento de Vilagarcía, con relación a don Jacobo Rey Daviña, ¿es memoria democrática? ¿O quizás se ha deslizado-a pesar de las mejores intenciones de los protagonistas-, a la objetiva mezquindad o, incluso, a una posible ilegalidad?...

*Exmagistrado del Supremo

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