Rías Baixas advierte de que «no hay plan B» al mercado de EE UU

El secretario general, Ramón Huidobro, insta a las autoridades europeas a retirar la carga fiscal a los vinos y al burbon americano para desactivar los aranceles anunciados por Trump

Evento de Rías Baixas con profesionales de Estados Unidos, Australia y otros países.

Evento de Rías Baixas con profesionales de Estados Unidos, Australia y otros países. / FdV

Arousa

Cuando Estados Unidos estornuda, el mundo se resfría. El dicho ya se ha cumplido para algunas bodegas de la denominación de origen Rías Baixas, que han visto frenados sus próximos envíos de vino a Norteamérica tras el anuncio del presidente Donald Trump de que grabará los caldos europeos con aranceles del 200 por ciento.

«Nadie quiere arriesgar, ni los que están en este lado ni los que están en el otro», advierte el secretario general del Consello Regulador Rías Baixas, Ramón Huidobro, en alusión a las bodegas gallegas y a las empresas importadoras estadounidenses. Las amenazas de Trump han estremecido tanto a las empresas españolas como a las de Estados Unidos, y de hecho la USWTA (una asociación de grandes empresas del país) pidió a la Casa Blanca que dejase fuera de los aranceles los envíos de vino que ya saliesen de su país de origen antes de la entrada en vigor de la tasa. La administración Trump ha rechazado la petición, y la USWTA reaccionó aconsejando a sus miembros que sean cautelosos; es decir, que compren lo justo.

El sector de Rías Baixas está inmerso en una gran incertidumbre, pero lo que tienen claro es que pase lo que pase en las próximas semanas, el arrebato de Trump ya ha congelado los envíos de albariño a Estados Unidos, que es el principal cliente internacional de Rías Baixas. El pasado año se enviaron allí casi tres millones de litros de vino, con un volumen de negocio de 23,5 millones de euros.

Ramón Huidobro se muestra muy preocupado. Unos aranceles del 200 por ciento supondrían probablemente la ruina de muchas empresas importadoras norteamericanas, y en Rías Baixas significarían también un mazazo económico enorme. Además, asegura con contundencia que, «no existe un plan B» al mercado norteamericano.

«Por supuesto que podemos seguir realizando acciones de comunicación en Estados Unidos para que el consumidor comprenda que el alza de precios de nuestros vinos no es responsabilidad nuestra y que nosotros le seguimos ofreciendo un producto de calidad; y podemos explorar otros mercados, sí. ¿Pero qué mercado podría absorber en un año los tres millones de litros de vino que enviamos a Estados Unidos y a un precio de 8,06 euros el litro?».

Hay que tener en cuenta, por ejemplo, que en Reino Unido el precio medio del vino Rías Baixas es menor al que tiene en Estados Unidos (en torno a 7,40 euros el litro), y previsiblemente aún bajaría más si se inundase el mercado con la mercancía que hasta ahora cruzaba el Atlántico.

Por ello, Ramón Huidobro está convencido de que una guerra comercial dañará gravemente las economías de miles de familias asentadas en el rural e insta a las administraciones europeas a tener sensibilidad y hacer todo lo posible para evitar el choque de trenes.

En este sentido, la Conferencia de Consejos Reguladores ha remitido escritos a la Embajada de Estados Unidos en España y al Consejo Europeo rogándoles que se sienten a negociar. A los europeos, les pide que retiren los aranceles anunciados al vino y al burbon de Estados Unidos, como prueba de buena voluntad. «Los ciudadanos y las empresas no podemos pagar otra vez las desavenencias», concluye Huidobro en alusión a los aranceles que Estados Unidos aplicó al vino europeo entre 2019 y 2020, tras la crisis por los subsidios públicos a las compañías aéreas Airbus y Boeing.

Posibles alternativas

La pontevedresa Alicia Carro, que es especialista en exportación de vinos y que trabajó en la cooperativa arousana Paco & Lola, no cree que Donald Trump se atreva a marcar unos aranceles del 200 por ciento, pues está convencida de que eso supondría la sentencia de muerte para multitud de empresas estadounidenses, y de que los vinos del país se encarecerían mucho y no serían capaces de atender la demanda doméstica. Pero sí considera posible que finalmente se marque una tasa del 25 por ciento, como ocurrió en 2019.

«En ese caso, a las bodegas no les quedaría más remedio que asumir parte de la subida del precio», considera Alicia Carro. Advierte de que el escenario es complejo, y que de hecho los distribuidores americanos ya han frenado las compras, por temor a que la entrada en vigor de los aranceles les coja con mercancía en tránsito y se vean obligados a asumir el sobrecoste al pasar por la aduana.

Alicia Carro descarta que existan fórmulas mágicas que permitan superar con éxito a corto plazo la crisis de los aranceles con Estados Unidos, pero sí plantea algunas posibilidades, como la de explorar nuevos mercados y la de innovar hacia otros productos.

Sobre lo primero, señala que hay nichos interesantes a estudiar en el sudeste asiático, así como en países como Filipinas y Australia, y en la región del Cáucaso. Asimismo, indica que Rías Baixas ya está presente en mercados como Canadá, México o Brasil, en los que se podría ahondar un poco más en caso de necesidad.

Sobre la innovación, asegura que los mercados empiezan a demandar vinos bajos en alcohol o incluso de alcohol cero, un tipo de productos que todavía se hacen poco en España. «La categoría de vinos de alcohol bajo o sin alcohol está creciendo en todo el mundo, y empezar a producirlos sería otra manera de adaptarse».

La guerra comercial de 2019 costó seis millones de litros

La crisis de los subsidios públicos a las compañías aéreas Boeing y Airbus desembocó en octubre de 2019 en la imposición de aranceles a los vinos europeos comercializados en Estados Unidos. En aquella ocasión, la administración Trump grabó este producto con una tasa del 25 por ciento (ahora anunció que será del 200 por ciento), y la medida afectó de lleno a los Rías Baixas.En aquel entonces, quedaron libres de los aranceles los espumosos y los vinos de más de 14 grados, pero la mayor parte de la producción de Rías Baixas es de vinos tranquilos por debajo de esa graduación. Los balances de exportación cayeron en picado, y las bodegas se vieron obligadas a gastar mucho más. Tardaron dos años en remontar las cifras, y fue posible gracias a la supresión de los aranceles pactada a principios de 2021 con el nuevo presidente norteamericano, Joe Biden.En 2019 y 2020, Rías Baixas exportó a Estados Unidos en torno a 2,2 millones de litros de vino (2.254.000 en 2019 y 2.219.000 al año siguiente), frente a los 2,6 millones vendidos en 2021 y 2022 (2.667.000 de litros en 2021 y 2.676.000 al año siguiente). Esto significa que en aquel momento, los aranceles le supusieron a las bodegas de Rías Baixas una merma de ventas en Estados Unidos de casi medio millón de litros de vino. En la actualidad, los perjuicios podrían ser todavía mayores, porque hay más producto y dinero en juego. En 2024, la denominación exportó a Estados Unidos 2,9 millones de litros, con un volumen de negocio de 23,5 millones de euros.Paula Fandiño, enóloga y gerente de la bodega Mar de Frades, afirma que el anuncio de Trump ha caído en el sector «como un jarro de agua fría», e insta al Gobierno central a hacer todo lo posible para desactivar la guerra comercial. Fandiño recuerda que los aranceles de 2019 obligaron a las bodegas no solo a asumir parte del sobrecoste de las tasas, sino también a invertir mucho más dinero en comunicación, para hacer ver al consumidor americano, «que teníamos un vino de excelencia, de muy alta calidad y que el alza de precios no era responsabilidad nuestra».

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