El asilo de Cambados no tiene quien lo quiera
El Pazo de Montesacro sigue a la venta tres meses después de la marcha de las religiosas

Fachada del asilo y Pazo de Montesacro. | Iñaki Abella
«Fantástico pazo del siglo XVIII en venta en Cambados». Así reza el anuncio del portal inmobiliario de propiedades de lujo que lleva colgado desde hace año y medio y que cayó como una losa sobre la sociedad cambadesa, porque se trataba nada menos que del Pazo de Montesacro, de su asilo. Y ahí sigue la oferta, inamovible.
Fuentes consultadas por este diario indican que todavía no hay comprador a pesar de que hace unos meses se había especulado con la existencia de interesados con fines hosteleros u hoteleros. En la parroquia de Santa Mariña tampoco saben nada y mantienen las celebraciones en la capilla, y así seguirán, porque es uno de los compromisos de la orden propietaria con el pueblo cambadés: compre quien compre, se mantendrá el culto a la Valvanera.
El histórico inmueble lleva cerrado desde mediados de diciembre, cuando las Hermanitas de los Ancianos Desamparados echaron el cierre tras 85 años de obra social en la villa y tras reubicar a los últimos 50 residentes. Había pasado poco más de un año desde que saltó la noticia de que su intención era venderlo porque estaba generando pérdidas económicas.
El dinero nunca pareció la cuestión principal y, de hecho, establecieron el compromiso de priorizar un comprador que mantuviese la actividad asistencial por encima de otras cuestiones. Los propios vecinos no han dejado de alabar el trabajo de las monjas con los más desfavorecidos, pero la drástica caída de las vocaciones sumado al incrementos de los costes de la vida en general fueron un lastre insalvable, según explicaron sus responsables en su día.
Acuden de vez en cuando
Para los cambadeses también ha sido siempre un «fantástico pazo» y había un clamor social para su conversión en un bien público. Sin embargo, los cuatro millones de euros han echado para atrás a todas las administraciones, sin olvidar que, para mantenerlo como residencia de ancianos, se hablaba de la necesidad de invertir otros tres millones de euros.
La congregación está pendiente de la que aún es su propiedad, atendiendo sus necesidades de mantenimiento y va de vez en cuando por allí. Así seguirá mientras no aparezca un interesado en desembolsar la millonaria cantidad de un inmueble histórico, que tiene una elevada protección patrimonial y que ocupa más de 12.547 metros cuadrados de una parcela en pleno corazón del barrio marinero de San Tomé y de sus vecinos.
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