Adiós a un pastelero con raíces en Bueu y medio siglo de historia en O Grove
Quico Lorenzo fundó en 1973 una de las pastelerías más conocidas de Arousa

Quico Lorenzo. / FdV

El miércoles falleció, a los 82 años de edad, Francisco Lorenzo «Quico», fundador de la emblemática Pastelería Quico, abierta en 1973.
Enterrado en San Vicente, se va tras medio siglo de «dedicación y entrega», como han querido destacar sus amigos, allegados y clientes del emblemático establecimiento de la calle Castelao, «que no solo endulzó la vida de generaciones de vecinos y visitantes, sino que se convirtió en un auténtico referente de los amantes de la pastelería tradicional en Galicia».
Así lo destaca su hijo, Fran Lorenzo, quien detalla que la pastelería de su padre «no tardó en consolidarse como un icono, con su obrador artesanal y sus recetas que marcaron la infancia y momentos especiales de miles de personas».
Se empapó de las tendencias más vanguardistas del momento en Nueva York, regresando a Galicia con la experiencia adquirida para fundar Pastelería Quico en O Grove
Y es que Quico, «con su entrega y pasión, fue mucho más que un pastelero: fue un artesano del dulce, un maestro del oficio y un hombre cuya visión trascendió el simple hecho de hornear».
Desde Bueu
Explica su hijo que si bien «su origen y sus raíces siempre estuvieron en Bueu, donde en la década de los 50 disfrutó de una infancia memorable en la Banda del Río, rodeado de primos y amigos».
Parece ser que «la panadería y la pastelería corrían por sus venas, pues su familia estaba estrechamente vinculada a Pastelería Quico, en Cangas, con su padre al frente, y también a Panadería A Bicha y Amador (tíos y primos), otro de los grandes clásicos del oficio en la zona».

Francisco Lorenzo «Quico», fundador de la emblemática Pastelería Quico, junto a su esposa. / FdV
Es decir, que «desde pequeño estuvo rodeado de harina, fuego de horno y la magia de la fermentación, absorbiendo el amor por la panadería artesanal que más tarde aplicaría en su propia pastelería».
Fue a finales de los años 60 cuando Quico dejó O Morrazo para formarse en Barcelona con el maestro pastelero Jaume Sàbat, quien «no solo era un virtuoso del oficio, sino un innovador que luchó por dignificar la profesión, compartiendo fórmulas y conocimientos que antes se guardaban celosamente entre los maestros pasteleros».
Bajo su tutela, «mi padre perfeccionó técnicas artesanales, comprendió la importancia del detalle y desarrolló la filosofía que luego marcaría su propio camino», presume Fran Lorenzo.
Quien recuerda que su padre «se empapó de las tendencias más vanguardistas del momento en Nueva York, regresando a Galicia con la experiencia adquirida para fundar Pastelería Quico en O Grove». Su legado sigue ahora en manos de su esposa, María del Carmen, y su hija, Mar, «quienes con el mismo compromiso y amor por la pastelería mantienen intacto el espíritu que Quico imprimió en cada creación».
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